W. A. Mozart: «La flauta mágica»

Palau de les Arts reina sofía (valencia)

Grazia Doronzio (Pamina), In-Sung Sim (Sarastro), Daniel Johansson (Tamino), Thomas Tatzl (Papageno), Helen Kearns (Papagena), Mandy Fredrich (Reina de la Noche), Loïc Félix (Monostatos), Nathan Berg (Orador), Jinkyung Park, María Kosenkova y Romina Tomasoni (Tres Damas), Cor de la Generalitat Valenciana y Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dir. de escena: Stephen Medcalf. Dir. musical: Ottavio Dantone.

Toda la escenografía de este montaje de La flauta mágica firmado en 2006 por el británico Stephen Medcalf para el Teatro Regio de Parma se deposita en el proscenio durante la obertura: la manzana y el carillón de Papageno, el marco del retrato de Tamina, el cuchillo que blandirá Pamino y su flauta, y la estaca de y para Monostatos; sólo faltan el bastón de Papagena y las linternas para el interrogatorio de Papageno. Todo lo demás corre a cargo de la luminotecnia y de los cuerpos de los coristas, más seis bailarines que se multiplican en sus acrobacias para representar ora bestias, ora portales y lo que sea menester sobre la empinada rampa por la que todos se mueven. Rara vez tanto (me refiero a las posibilidades técnicas del inmenso escenario) sirvió para tan poco, pero también rara vez con tan poco se figuró tanto: el arte de la sugerencia.

Lo importante (nadie va a la ópera a ver ni, como decía Chaikovski, al ballet por el argumento) se salvó porque la historia se contó sin extravagancias graves (apenas alguna partición de la multitud) y la música se interpretó con alto nivel de calidad. Lo alcanzaron el coro y la orquesta a las órdenes de un Ottavio Dantone que reguló con desbordante musicalidad todos los factores que de él dependieron, incluido el disimulo ante las escasas insuficiencias que se advirtieron en el joven elenco de solistas.

El triunfo máximo entre éstos se lo llevó Grazia Doronzio, de timbre y fraseo rayanos en lo ideal.

Daniel Johansson no encontró literalmente la voz en el aria del retrato, pero su mejora a partir de ahí resultó espectacular.

Mandy Fredrich no pudo seguir siempre a la orquesta en su primera aria, pero en la segunda colocó bien prácticamente todos los agudos picados.

In-Sung Sim compuso un Sarastro vocalmente muy aceptable, pero musical y escénicamente poco relevante. Con únicamente Nathan Berg apuntando más arriba, el resto cumplió.

El público que llenó la sala en la primera función salió muy contento.