Luthier
El duende de Leonard Cohen
El cantante y poeta canadiense viaja con las guitarras de Felipe Conde, el mejor luthier del mundo, en su nueva gira europea El artesano ha atendido encargos de McLaughlin, Bob Dylan, Al Di Meola o los Habichuela
natalia vaquero madrid/EPI-Press
Los recuerdos de niñez de Felipe Conde (Madrid, 1957) huelen a madera y suenan a sierra. Son los de un niño que se crió en el taller de guitarras que había fundado su tío abuelo en 1915 y que con el paso de los años se convirtió en el mejor luthier del mundo. La memoria de Leonard Cohen (Montreal, 1934) pulula también por ese obrador madrileño, de donde salieron hace ya más de cuatro décadas las guitarras que protagonizan los conciertos del cantante y poeta que en 2011 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
El bardo canadiense comenzó recientemente su tour europeo con los mismos instrumentos que salieron del barrio de Ópera madrileño. No pasará esta vez por España, pero Felipe Conde está dispuesto a visitarlo "donde sea" para revisar estas piezas de artesanía que Cohen alabó al recibir el premio de las Letras. Fue un homenaje inédito, el reconocimiento nunca antes expresado en público por un artista a su guitarra. Las emocionadas palabras de Cohen sirvieron además para que el Círculo Fortuny que preside el Marqués de Griñón, Carlos Falcó, abriese al luthier las puertas de este club del lujo que sólo admite a socios con facturas anuales de más de un millón de euros. Conde no hace esta caja, pero Falcó y Enrique Loewe, presidente de honor de la selecta asociación, crearon una división especial en el gotha de la excelencia para dar cabida al creador de las guitarras más famosas del mundo.
"Tengo una guitarra Conde fabricada en España, un precioso instrumento que adquirí hace unos 40 años", confesó encandilado Cohen ante un abarrotado Teatro Campoamor de Oviedo. "La saqué de su funda", prosiguió con su voz rota, "la levante y parecía de helio. Era muy ligera. Acerque mi cara al precioso diseño de la roseta y olí la fragancia de la madera viva", continuó cadencioso el canadiense antes de escuchar una voz que parecía decirle: "Eres un hombre viejo y todavía no has dado las gracias". Y así dio las gracias a su guitarra y a su guitarrero. "No estoy acostumbrado a que un guitarrista hable de su guitarra y menos en unos premios como los Príncipe de Asturias", reconoce Conde, un artesano habituado a tratar con grandes figuras de la música y con coleccionistas de instrumentos de todo el mundo. Del local al lado del Teatro Real de Madrid, han salido encargos para Paco de Lucía, los Habichuela, Al Di Meola, Lenny Kravitz, Bob Dylan o David Byrne. También para John McLaughlin, Cat Stevens y hasta para el emperador de Japón. "La Casa Real española me encargó hace más de 25 años una guitarra para el emperador Aikihito", revela. El príncipe de Asturias fue el encargado de hacer este regalo, una guitarra clásica de concierto, tasada en 11.000 euros.
Sus instrumentos están al alcance de muy pocos, admite el propio Conde, agradecido además de que un negocio tan exclusivo haya llegado gracias a la voz de Cohen a oídos de todos los españoles. Cada uno de los 30 ejemplares especiales que hace al año cuesta entre 11.000 y 16.000 euros, siempre y cuando se adquiera en el taller. Los revendedores a los que suministra Conde pueden llegar a pedir hasta tres veces más por cada una de estas obras de arte. Leonard Cohen pagó en 1971 cerca de 50.000 pesetas (300 euros) por la guitarra que convirtió en estrella de su discurso de agradecimiento. "La hizo mi padre y, como es habitual en esta casa, utilizó maderas muy ligeras", comenta mientras acaricia una de sus obras. Sus instrumentos no pesan más de dos kilogramos. Las gamas menos lujosas del taller, de las que fabrica una decena al mes, no bajan nunca de los 2.500 euros. Más del 90 por ciento de la producción sale de España.
El padre y uno de los tíos de Felipe revolucionaron a finales de 1960, junto a Paco de Lucía, la guitarra flamenca para concierto con un diseño de madera de palo santo que sustituyó a la de ciprés. Fue el maestro gaditano el que "dignificó" la guitarra flamenca, sentencia convencido Conde, sin olvidarse de la importancia de Andrés Segovia. "Ellos pusieron en lo más alto este instrumento; Segovia en la versión clásica y De Lucía en la flamenca", insiste mientras puntea una de las de guitarras que guarda en su taller. Cada una le ha llevado más de un mes de trabajo, "y otro mes más de barnizado", precisa Conde, quien a sus 57 años une sus sueños a los de Leonard Cohen.
Ahora fantasea con volver a tener entre sus manos esas guitarras que salieron del taller cuando tenía 14 años. "Cohen tiene dos o tres ejemplares nuestros y después de cuatro décadas no estaría mal hacerles un chequeo", se ofrece Conde, quien ya ha contactado con el artista canadiense a través de Javier Mas, otro guitarrista español que toca en la banda del premiado con el Príncipe de Asturias. "Estoy esperando a que venga o dispuesto a ir a Los Ángeles, donde reside, para chequearlas", reitera.
Los recuerdos de Conde siguen marcados por el olor a madera. El traqueteo de la sierra se mezcla ahora con la voz desgarrada de Leonard Cohen. Los sueños del mejor luthier del mundo se van cumpliendo y descansan ahora en sus hijos, Felipe y María, quienes con 21 y 24 años han garantizado la continuidad de una empresa familiar que nació en 1915.
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