La plaza de Requena abrió ayer sus puertas para ser marco de una novillada con un cartel totalmente valenciano, no exento de atractivos para el aficionado y en el que se echó de menos a ese excelente aficionado y persona cabal que fue José María Carrión, muy vinculado a esta ciudad, quien nos dejó hace apenas un par de días. El espectáculo tenía el aliciente de poder calibrar las posibilidades de tres nuevos valores. El centenario coso su cubrió en más de la mitad de su aforo.

Los astados de Manuel Ángel Millares exhibieron una buena presentación. Con romana suficiente, su juego estuvo presidido por la nobleza, aunque no anduvieron sobrados de raza y clase. Con todo, resultaron en conjunto manejables.

El espada local Jesús Duque, cuya alternativa tendrá lugar dentro de poco más de un mes en Valencia, se mostró puesto y suelto. Sobrado de oficio, lució por su solvencia y bien aprendida técnica, firmando dos trabajos de buen concepto, reveladores de su preparación para el salto al escalafón superior. Cortó tres orejas.

Román puso de manifiesto que sigue progresando. El coletudo liceísta del barrio de Benimaclet sobresalió en su toreo al natural, presentando los engaños por delante y muleteando con mano baja y sometimiento, en dos labores sinceras y emotivas. También se llevó tres orejas en el esportón.

El castellonense Vicente Soler, lanceó con vistosidad y variedad, banderilleó con espectacularidad y luego lidió con tanto desparpajo como facilidad. Fue premiado con dos trofeos.