José Miguel Conejo (Madrid, 1980) es Leiva. Formó junto a Rubén Pozo el grupo Pereza y trajo con él nuevos aires al rock en español. Ahora es uno de los compositores más reclamados por los músicos del país y acaba de grabar nuevo disco. Pero ha hecho un paréntesis en la producción para salir a la carretera con Ariel Rot y Loquillo. Tres generaciones con mucho que contar. Y que cantar.

¿Han roto ustedes con el refrán dos son compañía tres son multitud?

Yo creo que entre amigos haciendo música cabe cualquiera. Es una representación de tres generaciones en lo que lo más importante son las canciones que interpretamos durante los conciertos. Decía Loquillo que esta gira era necesaria para que el rock volviera a subir peldaños.

¿Tan mal está?

Bueno, Loquillo es lapidario. El rock no está en un momento malo ni venimos a salvarlo. Hay bandas muy interesantes haciendo muchas cosas. Sí es un momento malo para la industria, pero no para la música. Lo que sí sería esta gira es un homenaje al rock en castellano.

¿Cómo definiría a Loquillo?

Un tipo con un trayectoria muy importante que las ha visto de todos los colores y sigue ahí.

¿Cómo definiría a Ariel Rot?

Lo mismo, es un gentleman, un maestro de la guitarra que lleva toda la vida con uno de los cancioneros más importantes de la historia del rock en nuestro país.

¿Y qué aporta Leiva?

Aporto la energía; soy un poco más joven y tengo un repertorio más actual, pero esa sangre y esa pasión por el rock no nos diferencia a ninguno de los tres encima del escenario.

¿Esta gira no responderá a que se sentía solo sin Pereza?

No, ahora mismo estoy de puta madre. Loquillo y Ariel son mis amigos, pero no responde a que me sienta solo. Digamos que ahora estoy viviendo un dulce episodio.

Publicó el pasado año 'Diciembre', disco que produjo, grabó todos los instrumentos y trabajó prácticamente solo... ¿se debe a su necesidad de investigar o de aislarse?

No... simplemente era una opción. Soy un enamorado de la música. Hace unos días terminé de grabar el disco nuevo y lo hice de una manera completamente nueva. Con 'Diciembre' me apetecía hacerlo así; hay que ir cambiando de un disco a otro.

¿Qué tiene el Leiva de hoy del joven de catorce años que creó 'Malahierva'?

La ilusión y las ganas de seguir aprendiendo.

¿Leiva sería Leiva sin Leño y otros grupos de rock?

No, he aprendido mucho de la gente que nos ha allanado el camino. Me he formado oyendo esa música, haciendo versiones de esa música y creando después la mía propia.

Decía en una entrevista que no se conforma con una primera versión, ni con la segunda ni la tercera, ¿es muy perfeccionista o inconformista?

Asquerosamente perfeccionista. Si fuera por mí nunca terminaría las obras; soy muy obsesivo y me tienen que ayudar a salir de ahí.

¿Qué le quita la energía?

Las promociones... es un trabajo frenético...

En muchas ocasiones ha comentado su miedo a no tener nada que contar, ¿le ha sucedido alguna vez?

Bueno, no siempre tienes algo que contar, pero supongo que es el miedo de todos los creadores; tienes un compromiso con lo que cuentas y me da miedo que se seque la fuente. Yo escribo sobre lo que cazo de las cosas cotidianas que me emocionan; y más que sobre la crisis económica mundial, me emociona una pestaña en un lavabo.

Habla de la crisis, ¿la música es una buena manera de olvidarnos un poco de ella?

Sí. Yo valoro mucho el esfuerzo que conlleva comprar una entrada y es cierto que en los conciertos se palpa una liberación mayor que hace unos años. Los espectadores ponen todo lo que tienen, y eso es muy duro y muy emocionante.