La centenaria plaza de toros de Utiel fue marco de un espectáculo novedoso, por la singular y atractiva configuración de su contenido. Se anunciaba un festejo mixto. Una combinación en la cual alternaban dos matadores de toros y dos novilleros.

Un espectáculo en el que se lidiaron cuatro toros y otros tantos novillos del hierro de Fuente Ymbro, propiedad de Ricardo Gallardo. Una ganadería cuyo juego estuvo presidido por la nobleza, aunque no anduvo sobrado de raza. Con todo, algunos ejemplares, como tercero y séptimo, mostraron el equilibrio entre la bravura y la calidad que caracteriza a este hierro.

El primer mano a mano estaba protagonizado por los matadores de toros Finito de Córdoba y Curro Díaz. Aseguraba Juan Belmonte: "El toreo es ante todo un ejercicio de orden espiritual. Para torear no hacen falta demasiadas energías. Con el ánimo basta. Un estado de ánimo, capaz de transmitir la emoción".

Algo que puede ser predicable de ambos espadas. Emoción y, sobre todo, impronta artística y expresión fueron los integrantes de sus actuaciones. Finito es torero al que avala su excelente corte de torero, su prestancia y sentido de la estética. Ayer Juan Serrano, técnico y reposado, firmó muletazos de excelente trazo, en dos labores cumplidoras y profesionales.

El jienense Curro Díaz también rubricó momentos plenos de sabor, gusto y torería en dos trasteos empacados, presididos por la soltura y la buena colocación y por encima de las condiciones de sus oponentes.

Por su parte, Román y Jesús Duque eran los integrantes del duelo novilleril. El espada requenense Duque apura sus últimos festejos en el escalafón, pues su alternativa tendrá lugar dentro de menos de un mes en Valencia. Puso de manifiesto que oficio y conocimiento de la profesión no le faltan. Técnico y bien colocado, sus dos faenas revelaron a un novillero seguro y en sazón. Fue cogido por su segundo.

Y el valenciano Román volvió a hacer una vez más gala de su toreo entregado, de valor seco, cercanía de terrenos, firmeza y planta y mano baja ante el único que mató, que le hirió en el epílogo de la faena.

El sobresaliente Reyes Ortega mató los dos últimos novillos con voluntad.