¿Le ha «enganchado» el activismo político?

Me ha enganchado entrar en acción. Considero que en política se pueden hacer más cambios porque llegas al conjunto de la sociedad. Creo que es necesario el activismo político, y el primer paso para serlo es no ser indiferente. Los partidos grandes solo están interesados en la alternancia del poder, no de cambiar el status quo. La presión para lograr el cambio que necesita la sociedad tiene que venir desde abajo y la única forma de hacerlo es organizarnos. Ser activista no es más que organizarse.

¿Por qué los partidos tradicionales no han sabido ser los abanderados del ecologismo en España?

Tenemos dos problemas muy serios en este país: una derecha que por desgracia está completamente atrasada respecto a otras europeas y una izquierda absolutamente sectaria, que no tiende puentes a nadie que no respire como ellos. El resultado es que no hay un peso importante del ecologismo, no está en el discurso político, no se dignifica, ni se pone en valor el hecho de que pueda ser una alternativa a la crisis económica. La ecología no es de izquierdas, sino de todos. Sigo encontrando incomprensible que el ecologismo no tenga un peso político, social y económico en España a estas alturas.

¿Son los partidos pequeños la solución?

Desgraciadamente no. Pueden ser una fuente de presión, pero no una solución. Debemos obligar a cambiar a los partidos grandes, y una de las formas son las listas abiertas, un cambio que tendría que ser un clamor en la calle.

Cuando se imagina la costa valenciana dentro de 20 o 30 años, ¿qué ve?

Veo daños irreversibles. Aunque no los veo dentro de 20 o 30 años, sino ahora. Es increíble que las competencias en urbanismo estén todavía en las mismas manos que en el pasado. Creo que la Comunitat Valenciana tiene mucho que lamentar ecológicamente después de la burbuja inmobiliaria, más que ninguna otra comunidad.

¿Cree que dado el contexto actual hay más personas que entienden su ideario?

Sí, por eso creo que ahora era el momento de escribir el libro. Esta crisis no sólo nos ha afectado materialmente, sino que ha dejado a la gente completamente desesperanzada. En No importa de dónde vienes, sino adónde vas trato de hacer propuestas inspiradoras a la gente y decirle que podemos organizarnos, y sobre todo puede haber un cambio si hay voluntad política.

¿Qué tiene la clase política valenciana para ser tan accesible hacia promotores sin escrúpulos?

Todos vivíamos de la construcción. En Altea directamente o indirectamente vivía de ella casi un 40 % de la población. Había demasiados intereses creados en que la rueda continuara girando. Ahora todo se ha caído y la oportunidad que eso nos da es pensar: «Ahora, ¿qué queremos ser?».

¿De qué manera fomentaba su familia la razón y el pensamiento alternativo?

Sin duda se puede achacar a mi padre, que es la persona más abierta al universo que yo he conocido. Es una persona que nos ha hecho llevar una vida muy nómada. Hemos nacido cada hija en un país y ciudad distintos. Eso nos ha permitido conocer muchos países y tratar a gente muy distinta. Y te hace tener una búsqueda permanente de otras cosas. Esa creatividad es un factor esencial en la inteligencia.

¿Qué le queda hacer como política y como persona?

Creo que he cumplido mi labor en mi municipio actualmente. Ahora intento inspirar a más gente y llegar más allá de Altea, en un momento en el que considero que este país necesita alternativas para salir del hoyo en el que nos han metido. Como persona, tengo toda la vida por delante. Mi objetivo fundamental es cuidar de mi familia.

¿Cuál es el último libro que ha leído?

Ahora mismo me he leído Limónov, de Emmnuel Carrère, que me ha encantado. Narra la vida de un poeta opositor a Putin.

Por ahora sabemos poco sobre Carolina Punset, ¿llegaremos a saber más?

Si el libro va bien, sí (ríe). Nunca sabes qué te puede suceder en la vida, ¿no? Ahora mismo lo que me ocupa es el activismo a través de la literatura.