Como es tradicional, cuando las manecillas del reloj de la basílica de San Jaime de Algemesí marcaron las cinco y media de la tarde, comenzó una nueva edición de la tradicional feria de novilladas de esta ciudad.

Un ciclo que se vive con especial intensidad. Los alrededores de la plaza se llenaron de gente partir de las cuatro y media. La calle Montanya y sus bares y establecimientos eran un hervidero de aficionados, tanto locales como foráneos, en tanto que los componentes de las peñas cadafaleras, plenos de colorido, desfilaban desde sus cuarteles generales de la plaza Salvador Castell, calle Molí abajo, camino del coso tras la banda de música.

La feria, organizada por la comisión taurina local, consta este año de seis novilladas picadas, tres más con participación de alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Valencia y un festejo de rejones.

La edición que ayer comenzó con la novedad de un chupizano sanferminero para abrir el serial, y todas las mañanas tienen lugar encierros desde los corrales hasta el singular palenque que se monta en la plaza mayor.

El festejo inaugural se celebró con un gran ambiente en los tendidos, en el que año tras año se van echando en falta a quienes fueron auténticas instituciones en esta feria. Como el crítico Pepe Bomboi, el también informador Ramón Bueno Altabella, el fotógrafo Pepe Cerda, taurinos locales como Pepe Llano y Paneta y un largo etcétera. Afortunadamente, también tienen lugar reencuentros con amigos, entre los que destacan los la peña Kasidebaes.

Ayer se lidió un encierro del hierro de Lagunajanda. Los domecqs compusieron un lote de astados de buena presencia. Hechurados y variados de capas y en general sobrados de cuajo, resultaron más que manejables. Noble y blando el primero, obedeció con calidad y se desplazó el segundo, no se empleó el tercero y el cuarto repitió incansable sus embestidas.

Abrió feria el alcarreño Curro de la Casa, convaleciente todavía del percance sufrido días atrás en Villa del Prado. Se mostró como un torero enterado y con oficio. Con todo, sus dos trabajos resultaron correctos pero fríos, y presididos en todo momento por una sombría desconfianza. Eso sí, manejó los aceros con contundencia.

Debutaba con picadores el torero local Jorge Expósito, a quien acompañaron con entusiasmo todos sus paisanos en un día tan importante, tanto para él como para el Algemesí taurino.

A pesar de los lógicos nervios del debut y de una voltereta al recibir a su primero a porta gayola, fue capaz de sobreponerse. Lució en un banderillas en un par de cortas al quiebro en el que citó sentado en una silla, y luego por momentos puso de manifiesto compostura, apostura y verticalidad. Se abrió un crédito y el próximo domingo repite para revalidarlo.

La ficha

Lleno en tarde soleada. Novillos de Lagunajanda, bien presentados y de buen juego. Destacaron por su calidad primero y el segundo. Curro de la Casa (marino y oro), vuelta y oreja. Jorge Expósito (marino y oro), silencio tras aviso y dos orejas. Actuó como sobresaliente Fernando Beltrán (rojo y oro), lucido en un quite. Presidió el alcalde de la ciudad, Vicente Ramón García Mont.