Hace un tiempo tuve la suerte de conocer a una mujer maravillosa que se dedicaba a algo poco usual: la arteterapia o cómo podemos utilizar el arte como terapia. Me explicó cómo había llegado a interesarse por un tema tan desconocido en nuestro país. Ella trabajaba en un hospital y una paciente de avanzada edad que sufría una grave enfermedad quiso hablar un día con ella ya que se había enterado que estudiaba arte. Le habló de su pasado, de cuando era una artista plástica reconocida, y de cómo se encontraba ahora, enferma y muy sola y le negaban la posibilidad de hacer arte.

Mi amiga regaló a aquella paciente un bloc de dibujo. Al ver el efecto positivo que provocó en la anciana mujer aquella actividad, tan simple a ojos poco conocedores, decidió profundizar en ese campo tan prometedor. Tiempo adelante, lo pude comprobar en una persona muy cercana y querida, que sufría Alzheimer. Era maravilloso ver cómo se podía concentrar en pintar incansablemente rangolis o mandalas. Su cabeza ya no le servía como antes, pero todavía respondía al estímulo del arte.

Cuando nos hacemos mayores, a menudo nuestra cabeza nos da la mala noticia de que ya no somos capaces de hacer lo que hacíamos, de ser quienes éramos. Este tipo de enfermedades son, por ahora, incurables, irreversibles. Está claro que terapias como ésta no pueden detener dolencias como el Alzheimer, pero pueden dar una pequeña luz a las personas que las padecen, pueden hacer que aún puedan crear algo hermoso cuando su cerebro parece que se rinde poco a poco.

Soy una radical defensora de este tipo de actividades, de gente como mi amiga que intentan mejorar la vida de gente que sufre por dentro y por fuera. Sé que hay gente que piensa que pintar unos cuantos dibujos no es una terapia ni es nada. Les reto, amistosamente, a que se acerquen a cualquier taller de rangolis o mandalas y comprobarán cómo tanto ancianos como niños son capaces de alcanzar un estado de relajación y de paz que difícilmente habían imaginado. Abrimos la mente y damos una oportunidad a otras maneras de hacer las cosas. El arte puede ser una medicina.