«Un déu salvatge»

Teatre Talia

De: Yasmina Reza. Versió: Jordi Garcerán. Int: Pilar Almeria, Empar Canet, Jaime Linares, Pep Ricart. Dirección: Carles Sanjaime. Producción: Olympia.

Hace unos años, Yasmina Reza, con su obra Arte, demostró que todavía era posible escribir teatro con oficio, inteligencia, y con gran éxito de público. Esto es, una buena construcción de personajes y unos sabrosos diálogos. Aparte, claro, de un tema que echarse al cerebro y (o) al corazón.

La cuestión es que el talento de Reza volvió con este texto que, incluso, llegó a adaptarse al cine bajo la dirección del gran Roman Polanski. Su logro, aparte de construir una pieza de relojería teatral, de la agudeza psicológica que consigue en los perfiles, y de los diálogos, es que ha planteado una especie de documental del National Geographic, pero con seres humanos. Lo que comienza siendo una competición en un maratón de civismo y tolerancia, tras un tenue cambio de actitud, conduce a un enfrentamiento abierto. En la trama de esta jaula se viven momentos previsibles, pero predominan los giros calculados. Perfectos.

Ahora llega esta versión en valenciano, con la idiosincrasia que ello representa, y, en conjunto, no queda mal. La dirección de Carles Sanjaime logra perfilar con pericia las situaciones, incluso en los momentos de mayor exaltación, cuando se imponen la frustración y las miserias, es decir, los más difíciles de matizar. Pero el inicio, cuando los personajes viven las esforzadas apariencias, no se queda corto de dificultad. En este sentido, el montaje necesita de las cuatro grandes actuaciones, un reto que el presente elenco supera con una notable construcción de personajes (Pep Ricart resalta un tanto). Los actores trasmiten, con seguridad, sus salidas de un primitivismo reprimido, y abandono de la civilidad, en este billar a cuatro mangas, donde las señaladas relaciones dan qué pensar, y también para pasar de un drama extremo a momentos de comedia, tensamente risible.

Me quedé esperando un punto más de ironía (sin perder la compostura) en este cataclismo de la cotidianidad; pero es evidente que el trabajo escénico es efectivo, visible y recomendable.