Esto de CulturArts lleva camino de convertirse en lo que se preveía: un galimatías en forma de bluff que nadie entiende ni entenderá, aunque por delante hayan ido los mensajes de ahorro, coordinación institucional y sinergias, palabras que quedan muy bien sobre el papel.

El secretario autonómico de Cultura, Rafael Ripoll, dice una cosa; el director general de CulturArts, Manuel Tomás, otra; la Intendente Helga Schmidt, que es la única que sabe lo que tiene entre las manos, o al menos cómo funciona la producción de un teatro, todo lo contrario, y al final del NO-DO el Palau de les Arts se queda fuera del nuevo organismo. Acabáramos. ¿Entonces, todo este lío para qué?

Tiene una explicación, para enmascarar el lastre de la masa salarial, crear una nueva estructura jurídica, o sea, un nuevo cargo gerencial que controle el corral, y mantener en el puesto, aunque a la sombra, a todos aquellos que han hundido las instituciones afectadas. ¿No empieza CulturArts con un déficit acumulado herencia del pasado más próximo de los institutos culturales? Pues eso.

De hecho, la programación presentada ayer para la temporada teatral viene ser más de lo mismo„mucha compañía invitada, alguna reposición y el ojito derecho de Inmaculada Gil Lázaro, Ximo Flores, de nuevo galardonado con la dirección de una producción propia. Casi todo el resto, al Talía, que para algo es privado. La Martín i Soler, aquel espacio que iba a convertirse en el gran albergue del teatro valenciano, ni aparece.

Al mismo tiempo, el Ivacor continúa con sus trabajos silenciosos, como el IVM. Nuria Cidoncha de viaje por San Sebastián para promocionar "el ciclo y el libro Animatopía. Los nuevos caminos del cine de animación"» mientras la Ciudad de la Luz continúa cerrada„al menos antes se hacían fotos con la maqueta e invitaban a críticos y productores a comer„e Inmaculada Gil Lázaro, en sus labores.

No hacía falta tanto envoltorio si de lo que se trataba era de ahorrar. Con una buena planificación hubiera sido suficiente. Pero ni por esas. ¿Ellos, que solían contratar después a empresas privadas para que les explicarán cómo se tenía que hacer? ¡Menudo esfuerzo!

El drama es el que se avecina. Al menos en Les Arts. El ERE o la medida alternativa que se está estudiando como solución tiene muy mala pinta. Digo drama porque muchísimos de los allí colocados eran debutantes en la cosa pública. Habían llegado según clero y condición. ¿Que la plantilla estaba sobredimensionada? Mejor no hablar. Como el edificio y el coste de su mantenimiento. Pero eso evidencia libertinaje de caja. Ahora se ven con el agua al cuello. A muchos no les ha dado tiempo ni a coger experiencia y otros han quemado siete años de su vida sin un horizonte. Así se han hecho las cosas. Así continúan. Pero nadie paga penitencia, por mucho que digan que se busca "acomodo" para algunas.