Nace una nueva editorial en valenciano este mes (Sembra Llibres) y huye del libro digital. La plataforma pionera para la venta de ejemplares digitales en lengua propia „fundada por Angle, Bromera y Cossetània„ amaga hace unas semanas con el cierre. Una de esas editoriales, Bromera, un emblema en la cultura valenciana, da marcha atrás en su apuesta por lo electrónico y asegura que su idea es no continuar haciendo libros digitales. ¿Qué pasa con el mercado virtual, aquel que también iba a revolucionar el mundo valenciano de las letras?

Pasa que, «de momento, no es negocio», afirma una portavoz de Bromera. Pasa que «el mundo digital del libro es un desastre, porque casi nadie compra de manera legal», añade el presidente de los editores valencianos, Jesús Figuerola. Y pasa, por si fuera poco, que sufre un IVA del 21 % (frente al del 4 % de los volúmenes en papel), porque la Unión Europa no lo considera un bien cultural sino la transacción de un servicio.

Estas consideraciones, válidas para el mercado español, se ven agravadas en el caso valenciano si se tiene en cuenta que el público lector/cliente es mucho más reducido. Según el último estudio de la Federación de Gremios de Editores de España, el índice de lectura habitual en catalán/valenciano (la denominación es de los responsables del informe) es del 3,9 %. Ocasionalmente lee en el idioma propio un 14,7 %.

El resultado es que en 2014, siete años después de la aparición del Kindle (el lector electrónico más extendido) y cuatro después de la irrupción en el mercado de las tabletas, el 60 % de las editoriales valencianas no produce libros digitales. El dato lo aporta la Associació d´Editors (AEPV).

Sí que lo hacen „y cada vez con más fuerza„ aquellas que se dedican al libro técnico o jurídico, para las que el soporte electrónico es ideal en la comercialización de bases de datos. El caso más sobresaliente es el de la editorial Tirant lo Blanch, una referencia en este ámbito en España.

Pero en la producción de literatura, el libro digital «no arranca» en la Comunitat Valenciana, reconoce Figuerola. De las 58 firmas que forman parte hoy de la Associació d´Editors (la principal en el sector) solo once publican de manera estable para soportes electrónicos.

No obstante, no es un fenómeno exclusivamente valenciano. Un directivo de Edi.cat „el principal portal de venta de libros electrónicos en catalán, creado por Angle, Bromera y Cossetània, y que reúne obra de más de setenta firmas„ anunciaba a principios de febrero que la plataforma echaba el cierre.

Finalmente, los promotores del portal se lo han pensado dos veces y estudian alternativas para hacer viable el proyecto.

La puesta en marcha de Edi.cat en 2009 con Bromera como socio fundacional muestra la apuesta de la editorial valenciana por el mundo digital. Sin embargo, la estrategia en 2014 es otra.

El libro electrónico, «de momento, no es negocio», afirma una portavoz de la empresa. Así que el planteamiento actual es «no hacer libros digitales nuevos, mientras no haya un cambio de mentalidad».

Lo ya editado continuará disponible, apunta la citada fuente, pero Bromera ya no se plantea publicar de manera sistemática en papel y digital. Lo hará con algún título en concreto, pero lo que hace unos años era una apuesta estratégica, hoy ya no lo es.

Y la razón que esgrimen todos „desde los responsables de Edi.cat o Bromera al presidente de la Associació d´Editors„ es la piratería.

«La cifra de negocio del libro digital no es significativa, porque la piratería es la dueña del mercado. El editor sabe que las ventas de libros electrónicos son anecdóticas y que va a perder», asegura Figuerola.

La mejor prueba es que más del 60 % de las editoriales no han entrado en el mercado digital. Y ello, a pesar de que la inversión requerida es «escasa» (en especial si se trata de libros sin ilustraciones).

Según el estudio mencionado de la Federación de Editores „no existen datos específicos valencianos„, el 64,4 % de quienes leen en soporte digital descarga gratis. El 32 % dice que paga, pero el porcentaje, referido a 2012 (el último analizado), es inferior al de años anteriores. Da idea de una tendencia creciente y peligrosa.

La esperanza está puesta en la reforma de la ley de Propiedad Intelectual, que pueda ser ágil para cerrar las plataformas de intercambio de contenidos ilegales. Aunque, al final, los editores entienden que, o la sociedad se conciencia de que un libro digital (o un disco) es como una botella de leche y tiene un precio, o la piratería reinará. Como pasa hoy.