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Viaje al universo de Manuel Boix

La Nau revisita en una exposición la trayectoria del artista y su mundo iconográfico y temático

Manuel Boix delante del retrato del general Basset, ayer, en La Nau de la Universitat de València. josé aleixandre

Todo el universo iconográfico y temático que ha venido acompañando la trayectoria de Manuel Boix nuestra historia, la cultura, la crítica, el retrato, la denuncia, el compromiso ético y social o la identidad nacional se reencuentran en La Nau, el viatge del temps, la muestra que recupera al Boix pintor casi doce años después de su última exposición y ocho desde la retrospectiva dedicada a su faceta como ilustrador. Pero esta vez desde una mirada en la que la metafísica tiene un peso notable y la interpretación hila muy fina.

Porque Boix ha querido reunir esta nueva serie de pinturas y confrontarlas con aquellos elementos del conocimiento que le llevaron a crear esta colección de 15 piezas de gran formato y tres detallistas esculturas, una de ellas de singular mirada a la mitología griega, pero en las que está todo Boix.

«Ya he cumplido 72 años y creo que ha llegado el momento de revisitarme», afirmaba ayer el artista de l'Alcúdia fiel a unos postulados que jamás ha abandonado.

Está el Boix detallista hasta el extremo, el perfeccionista, el iluminador, el monocromático, el combativo, el nacionalista.

Todo el paseo por esta exposición se apoya en objetos escogidos de los fondos científicos y bibliográficos de la Universitat y lo preside el gran retrato del general valenciano Joan Baptista Basset, que el artista creó coincidiendo con el 300 aniversario de la Batalla de Almansa. Es la única pieza antigua de la exposición, pero no podía faltar.

No es de extrañar tampoco que en el claustro de La Nau hayan quedado instalados los moldes para la serie de grandes esculturas de los Borja que fundió en bronce para Gandia, o que su relieve Capitular tenga como referencia la misma página donde la descubrió en el libro Crónica de la ínclita ciudad de Valencia y de sus reyes, de Martí de Viciana y fechado en 1563.

Otro detalle lo marca la pieza fenicia de la Diosa Tanit que le ha llevado a pintar una delicada alegoría sobre el mundo arqueológico. Frente a todos ellos, dos obras en las que denuncia la muerte en Lampedusa de los inmigrantes y en la que, como afirma el comisario de la muestra, Abel Guarinos, manifiesta, a su manera, «la vergüenza que el creador siente ante estos hechos», o el guiño a las nuevas generaciones latentes tras un nuevo objetivo común que reproduce en centenares de gusanos de seda como símbolo de transformación y libertad. Pero aún hay mucho más.

Para Boix esta muestra sintetiza aquellos temas que siempre le han preocupado a lo largo de su carrera y que han impregnado el pensamiento europeo desde el siglo XVIII, pero lo que quiere es mostrarlos a través del arte «a una sociedad que hoy se encuentra en total confusión». Como él considera, «el arte es compromiso social o no es arte».

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