Mucho se van a tener que esforzar los consejeros propuestos por el PP en el Consell Valencià de Cultura (CVC) para que sus iniciativas salgan adelante, no encuentren el boicot de la izquierda e incluso ésta no se haga con el poder del organismo en alguna que otra ocasión.

El reciente fallecimiento de Ramón de Soto, vicepresidente de la institución, abre una nueva brecha en el organismo consultivo que ha visto como renovaba recientemente a tres de sus miembros. Todos ellos fueron a la bancada de la izquierda.

En la actualidad, los representantes de PSPV, Compromis y Esquerra Unida suman nueve miembros y diez el PP. El presidente de la institución, Santiago Grisolía, quien siempre ha defendido que su nombramiento fue de consenso, se guarda, por tanto, el voto de calidad.

El problema de mayorías y minorías no tendría mayores consecuencias si los representantes del PP acudieran a todos los plenos o no atravesaran situaciones personales comprometidas. Las ausencias a plenos en los que se producen las votaciones suelen contar siempre con alguna que otra ausencia del sector popular, como puede ser el caso del músico Enrique García Asensio, por motivos profesionales, el pintor Lluís Padres, por motivos de salud, o podría ser en un futuro inminente la de Vicente Farnós, director de Castelló Cultural pero imputado en una de las piezas del caso Gürtel. Farnós, siguiendo la línea roja impuesta por el Presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, podría seguir más pronto que tarde la estela de otros imputados en causas varias, algo que no se descarta e incluso ha sido reclamado en voz baja en el propio seno del Consell. En el caso de que Farnós tomara la decisión más consecuente con su situación personal, las fuerzas quedarían totalmente igualadas.

No parece ser que las Corts vayan a plantear un nuevo nombramiento para cubrir la plaza de De Soto. Más aún a tan pocos meses de las elecciones autonómicas y con una renovación de la mitad de sus miembros ya con una nueva cámara autonómica constituida.

En todo caso, el Consell Valencià de Cultura podría optar por cubrir la vicepresidencia de la institución, un cargo necesario y que volvería a recaer en manos de los representantes del PP. Pero hasta ahí. Los próximos meses en el CVC, por tanto, se presentan complicados y repletos de incógnitas. Un vuelco en sus decisiones no es una utopía.