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Análisis

El Palau de las artes y los problemas

El complejo cultural valenciano ha viajado durante años alejado de supervisión y control político

El Palau de las artes y los problemas jrs

«Debe estar todo a la altura del edificio», repetían una y otra vez los responsables políticos del momento sobre lo que debía ser el Palau de les Arts: un emblema de la Comunitat, su imagen exterior, un edificio con la mejor programación, las mejores batutas y voces costase lo que costase. Con la mejor orquesta que se pueda imaginar. Y a buena fe que se consiguió. Pero eran otros tiempos y el dinero no era impedimento alguno, como no lo era en muchos otros proyectos desarrollados a lo largo de la geografía autonómica y hoy en paradero desconocido.

Los gastos en viajes, alojamientos y dietas de la Intendente del Palau de les Arts, Helga Schmidt, aireados estos días „391.000 euros entre 2005 y 2011„ son sólo la punta de un iceberg que nadie se atrevía a mirar.

Y más allá de una responsabilidad personal tiene detrás de sí una responsabilidad política de un gobierno, en este caso con Francisco Camps al frente, que dio manga ancha para tal efecto y sin contemplaciones.

Hoy el Palau de les Arts sobrevive como puede ante las estrecheces económicas derivadas de una crisis sin precedentes. Su orquesta, considerada una de las mejores de Europa, está diezmada, su imagen exterior alterada por la caída del trencadís, varias de sus salas apenas se usan y de momento no existe director musical. Zubin Mehta dejaba el Festival del Mediterrani después de diez años de colaboración ante la falta de un presupuesto garantizado. Su temporada no se abrirá hasta la próxima semana.

Pero en aquellos días de vino y rosas todo valía. Al coste de la construcción „470 millones de euros, sobrecostes incluidos por las modificaciones„ se unía, por ejemplo, que sólo en la fiesta de inauguración del edificio, tanto dentro de él como en sus alrededores, costó la nada despreciable cifra de 3 millones de euros. Fanfarrias y fuegos artificiales a lo grande para darse a conocer al mundo.

En aquellos primeros años, el Palau de les Arts llegó a tener 45 millones de presupuesto, aunque las recaudaciones por venta de entradas y abonos apenas cubrían un 10% del mismo. Sus espectáculos eran únicos, como así lo ha reconocido la crítica, e incluso los gastos de personal duplicaban el dinero destinado a cubrir la programación.

En total, en este último apartado se llegaba hasta los 14 millones de euros, una cantidad insostenible después como así se demostró. Sólo el mantenimiento del edificio ronda los cuatro millones de euros.

El Palau comenzó a entrar en declive orgánico a medida que la situación económica iba empeorando. Sus ejercicios se cerraban con algún déficit debido a la tardanza en los pagos desde la Administración autonómica e incluso los presupuestos finales no llegaban a respetarse restando algún que otro millón en la recta final de cada temporada.

Y así afrontó los últimos años después de inundaciones, rotura de plataforma escénica hasta llegar a un ERE debido a la reducción de su oferta pero también al sobredimensionamiento de su plantilla.

Hoy el Palau de les Arts afronta una etapa de redescubrimiento. Su presupuesto para 2015 se ha visto casi reducido a la mitad en comparación con las cifras millonarias de sus primeros años. Y aunque ha sufrido un ligero aumento ha visto mermado de nuevo el capítulo destinado a espectáculos y contrataciones.

Hace unos meses el actual Consell anunciaba estar realizando un plan de usos y otros de estabilidad y sostenibilidad del coliseo valenciano para lo que separaba la función artística de la económica. Un plan que, curiosamente, llega cuando el Palau de les Arts va a cumplir ya diez años desde su apertura.

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