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Entrevista | Justo Romero

"El problema en el Palau de les Arts es la intromisión política"

El exdramaturgo del coliseo publica una monografía dedicada a la historia del piano y sus escuelas

"El problema en el Palau de les Arts es la intromisión política"

Ha escrito biografías sobre Albéniz, Chopin, Halffter, Falla. ¿Por qué ahora sólo el piano?

Era mi asignatura pendiente. Mi educación musical parte del piano. Las circunstancias de la vida me condujeron por otros caminos profesionales. Ejercí la crítica, fue secretario técnico de la Orquesta de Valencia y en 2005 vine al Palau de les Arts. Pero realmente el piano es mi raíz.

Su libro no sólo es un trabajo en torno al instrumento o a su historia sino que profundiza en sus escuelas y toma partido por unos o por otros.

Cuando empiezas a investigar descubres aspectos que otros no han abordado. Quizás por ello creo que lo más interesante del libro es el apartado de las escuelas. Casi dos tercios se los dedicó a ellas. Trabajar ese aspecto era lo más difícil y lo menos estudiado. Empecé escribiendo la biografía del piano, pero cuando me metí en las escuelas el trabajo creció por sí mismo.

¿Me recomienda una?

Sin duda la escuela rusa. La tradición viene de antes de la revolución. La cultura judía tuvo un gran interés por el piano. La revolución soviética apoyó las artes y las impulsó. Fue el momento de eclosión de la danza, de la música...

¿Cuál sería entonces la escuela más desaprovechada?

Quizás la inglesa-irlandesa. En la escuela británica se dispersaron los buenos pianista por ese ambiente cosmopolita de Londres, una ciudad por la que pasaba tanta gente a estudiar.

¿La escuela española deja una personalidad muy marcada?

No. Nada. Tuvo una enorme dependencia de la francesa. Fueron pocos los españoles que emigraron a estudiar a Alemania. Se iban a París. Así ha sido hasta hace veinte o treinta años. La escuela española ha sido muy filial de la francesa. Siempre he dicho que la obra mas emblemática para piano y orquesta, que es La noche de los jardines de España de Falla, no se sabe si es una tortilla francesa cocinada con aceite o una de patata hecha con mantequilla.

¿Entonces mejor hablar de nombres y no de escuela?

No existió una escuela, pero sí una forma de interpretar, un color un timbre muy mediterráneo, un nacionalismo. Iberia, de Albéniz, forma parte de esa técnica virtuosa y rica de colores y registros.

Ahora está de moda la escuela china. Mucha técnica, pero quizás poca pasión.

Empecé a trabajar sobre la idea de que la gran eclosión china de los últimos veinte años venía motivada por la revolución cultural y la pujanza económica. Pero estaba equivocado. En China se inicia la tradición a comienzos del siglo XX a través de los judios rusos que fueron huyendo a Siberia y finalmente se instalaron en China.

¿Por qué ese boom actual de pianistas chinos y asiáticos?

Más de la mitad de los pianos que se producen en el mundo vienen de allí. Los músicos que proceden de China son muy disciplinados, están apasionados y técnicamente son perfectos. Ahora también se sienten más internacionales.

Muchos críticos consideran que no transmiten la misma emoción que un solista europeo.

Esto es un tópico más. No es cierto. Al menos en la mayoría de los casos. Piense en Lang Lang, en su evolución. ¡Qué duda cabe que es un pianistazo!, por mucho que ande deslumbrado por la mercadotecnia y los aspectos más estúpidos de la cultura occidental. Pero si se escucha sin prejuicios, por ejemplo, su reciente grabación de los conciertos de Chopin, hay que descubrirse.

No negará que estas nuevas generaciones son máquinas perfectas y saben como pocos usar las herramientas mediáticas.

¡Por supuesto! pero aportan poco. La época dorada de la interpretación son los años cuarenta, cincuenta, sesenta. Aquellos pianistas como Rubinstein, Guilels, Horowitz...tenían una personalidad y un humanismo de fondo. Eso aún se percibe cuando escuchas sus grabaciones. Cuando ahora escuchamos a un coloso ruso o chino encontramos una perfección técnica que quizás antes no existía. Hoy día están mucho mejor preparados, pero el nivel de acercamiento al compositor era antes mayor. Nadie toca a Chopin como Rubinstein o a Rachmaninov como lo hacía él mismo. Nadie toca a Beethoven como lo hacía Schnabel. En ese sentido, existe un declive que coincide con la misma decadencia social.

También el mercado es lo que busca: mediáticos y muy técnicos capaces de sorprender para llegar pronto, vender discos y llenar auditorios.

Sí. Es lo mismo que sucede con la generación de los grandes divos. ¿Quién tiene en la actualidad la personalidad artística y vocal de la Caballé, de Victoria de los Ángeles o de la Berganza? ¿La Netrebko? ¿Acaso la Gheorghiu? ¡Seamos serios! ¿Qué pianista tiene la personalidad de Richter, Arturo Benedetti o Alicia de Larrocha? En la actualidad todo es más ligero, más fácil, existe menos esfuerzo cuando la música requiere un hábito de concentración. Eso sí se vivió en otra época.

Los concursos son los únicos trampolines posibles para muchos músicos, pero no sé si son demasiado fiables.

No confío demasiado en ellos. No me ofrecen todas las garantías. Muchos son absolutamente corruptos. Hay demasiados intereses en liza. También hay pianistas que se crecen en un concurso y otros que tienen pánico escénico o un repertorio que no encajan. Un pianista como Javier Perianes es el clásico músico que no es de concurso y es uno de los pocos y buenos con interés, con personalidad. Puede haber un pianista que haga piruetas pero un buen pianista antes de comenzar a tocar ya deja notar su presencia en la atmósfera. Una sola nota de Sokolov cautiva al público.

¿Sokolov, Brendel o Pollini?

Sokolov quizás sea el artista en el que habita la gran tradición en cuanto a diversidad. Era como Richter o Guilels.

¿También igual de raros?

Lo son, pero es que el piano ha alcanzado un gran nivel de desarrollo. Otros instrumentos no han crecido tanto en cuanto a su rango interpretativo, por ser más minoritarios.

¿Cuál sería la partitura ideal?

Las Variaciones Goldberg, de Bach. Sin duda.

Ha trabajado diez años en Les Arts. ¿Vislumbra un futuro?

Gris. Helga Schmidt ha hecho el milagro de crear en poco tiempo un teatro grande que otros jamás hubieran soñado. Nadie imaginaba que en España sería posible un teatro así y una orquesta de ese nivel. Crear todo eso era lo más difícil. Y se ha hecho. Los valencianos y el poder valenciano no se ha dado cuenta de la joya que es Les Arts. En un momento de crisis entiendo algunos discursos de austeridad, pero si entramos en esa dinámica...

Tenemos el milagro, ¿pero ahora qué? La situación actual no sorprende al teatro con una tradición de cien años y la capacidad de aguantar un momento de «impasse».

No creo que el problema fundamental en Les Arts sea el económico. El Palau de les Arts, lamentablemente, es víctima de algo muy generalizado en el mundo cultural valenciano como es la impertinente e insoportable intromisión e intervención política. No dejar hacer a los profesionales es un cáncer. Y es una pena. La clase política quiere ser protagonista de algo que no le corresponde y es lo que está provocando el declive de un proyecto que llegó a ser lo que fue. Los tiempos de la Tetralogía, Fidelio, La Bohème, Parsifal o Lorin Maazel se ven ahora como un sueño que se ha perdido. El Palau de les Arts está amenazado de ser cubierto por personajes y gestores afines. Así que, veo nubarrones.

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