Hay pequeños actos que extractan el perfil de un personaje público. Esquerra Unida desveló en diciembre pasado que Ernesto Moreno había cargado al Palau de les Arts un gasto de aparcamiento en la zona azul de Barcelona por 0,20 euros. También un café en un área de servicio, un puro Reig de calibre 15, chupitos, vinos caros y comidas de grupo.
Moreno era entonces gerente de la Fundación Palau de les Arts. Había llegado al teatro de ópera en septiembre de 2007 para ocupar la plaza de director de administración que había dejado Eusebio Monzó. Venía de Madrid, con la misión de poner orden en unas cuentas difíciles de controlar. Pero los balances oficiales dicen que el mayor agujero económico se produjo entre 2009 y 2011: en ese tiempo acumuló 23 millones de déficit.
Con ese recorrido en el coliseo, Moreno fue trasladado al acabar el verano de 2011 de Les Arts a Teatres de la Generalitat, en calidad de subdirector. Y cuando un año después se empezaba a gestar CulturArts, fue el elegido para coordinar la integración en el conglomerado de las distintas unidades culturales. Puesto en marcha el nuevo invento, Moreno se quedó como subdirector de gestión, aunque con poco feeling con los nuevos titulares de Cultura, que no lloraron cuando fue el elegido en noviembre de 2013 para asumir el puesto que nadie quería: director general de RTVV tras el cierre decretado por Alberto Fabra, así que él era el jefe de la casa la noche del apagón (29 de noviembre). Moreno „ahora fuera de la Administración„ fue tan discreto que ni aparecía cesado en el acta de liquidación de Canal 9.
