Gran reto ante dos monumentos sonoros del siglo XX que en su momento escandalizaron a un público aun mecido en el romanticismo tardío. Escuchados ahora, se asimilan a la evolución de la música europea. Dada su complejidad estética y formal, se precisan intérpretes convencidos, convincentes y técnicamente sobrados. Por ello, el dúo Apellaniz/Marín y Eguillor/«Chapi» en la percusión, se mostraron como solistas de altísima calidad en un desafío respetuoso, brindando uno de los más brillantes conciertos de la temporada de la SFV.
En la Sonata para dos pianos y percusión, escrita en 1937, Bartok unió los dos instrumentos que siempre le habían interesado. Sobresalió la atmosfera nocturnal del Lento ma non troppo, recreada con mimo y esmero, logrando uno de los momentos álgidos de la noche. Y si ambos pianistas destacaron por la pulcritud del texto y su compenetrada exactitud, a fondo tuvieron que emplearse los percusionistas para destacar el protagonismo del xilófono, platillo, bombo, triangulo, tambor, tam-tam y timbales, esenciales para construir sonoridades y dinámicas a la altura de la circunstancia.
En su estreno mundial en París „mayo de 1913„, La consagración de la primavera fue rechazada y pateada. Las sonoridades y ritmos de la partitura, escrita para los Ballets Rusos, transgredían los cánones estéticos de la época. Y aún hoy, 102 años más tarde, suenan con la misma escandalosa frescura. Hasta Walt Disney usó partes de la obra en su película Fantasía (1940) recortada y arreglada „para disgusto de Stravinsy„ por el gran Stokowski.
Los músicos valencianos interpretaron una versión a dos pianos y percusión (las hay para piano solo, a 4 manos, y hasta una extrema para 4 pianos y percusión) con la brillantez y total magnetismo. Imaginativos en la Adoración de la tierra y Ritual de los antepasados, convirtieron las Danzas de la tierra y Sagrada en un juego de prestidigitación que obtuvo gran ovación final. Con el Mambo (West Side Story), de Bernstein cerraron una noche impecable.
