Datos preocupantes y dramáticos. Casi apocalípticos, amagó el presidente de la Fundació pel Llibre i la Lectura (FULL). Entre esos calificativos se mueven los indicadores de la situación de la lectura en territorio valenciano. «No podemos continuar así», sentenció Jesús Figuerola ayer, al presentar las líneas maestras del «urgente» plan de fomento del libro que debería aprobar el próximo Gobierno valenciano.

Los datos son «preocupantes» porque la Comunitat Valenciana no alcanza la media española ni en porcentaje de lectores habituales (se queda a 2,3 puntos), ni en compra de libros „7,5 al año; solo Canarias presenta una cifra más baja„, ni en préstamos en las bibliotecas (0,9 por habitante, frente al 1,7 de media estatal), ni en ratio de librerías (una por cada 15.304 habitantes, cuando el promedio en España es de una por cada 11.774), ni en lectores en soporte digital (cinco puntos por debajo del 58 % estatal).

Y los datos son «dramáticos» si lo que está en juego es la lectura en valenciano. Solo el 2 % de los valencianos declara que el último libro que compró estaba en lengua propia. Son datos de 2011 „no ha habido estudios posteriores para reducir gastos„, pero no hay indicios de mejoría posterior.

¿Qué significa un porcentaje tan bajo (en Cataluña es del 28 %)? Que se lee en valenciano porque es obligatorio en el sistema educativo; después, no. Es la conclusión que lanzó ayer Figuerola, presidente de la Associació d'Editors (AEPV). Estamos ante una cifra «ridícula», que «debería disparar las alarmas» y que «evidencia la situación precaria del valenciano». «No han dado resultado las medidas para prestigiar y promocionar la lengua propia», concluyó el portavoz de FULL, la entidad creada hace más de un año por editores y libreros para, entre otras cosas, revertir la situación del negocio de las letras.

No es imposible. En el caso del idioma autóctono hay indicadores también para huir de visiones fatalistas. Es la otra cara de los índices bajos: el margen de mejora es amplio. Así, si la última encuesta de la Generalitat (2010) dice que hay un 3,8 % de lectores habituales en valenciano mientras que existe un 39,5 % de ocasionales, hay un nicho de 36 puntos en el que trabajar.

Hasta aquí, el diagnóstico de la lectura realizado por libreros y editores. A la vista del mismo, no basta con actividades sueltas como las desarrolladas hasta ahora, sino que son necesarios estudios «rigurosos» y un plan de promoción, que nunca lo ha habido. El sector del libro confía en que el documento presentado ayer sirva de «semilla de una verdadera política de fomento de la lectura». Y da un plazo de seis meses, como publicó Levante-EMV, al Consell entrante para elaborarlo. «Porque si estamos dos años para confeccionarlo no se aprobará», argumentó Figuerola.

El proyecto „sin cuantificación económica„ marca once objetivos generales, desarrollados en casi un centenar de acciones concretas. Algunas de las más novedoas son: medidas fiscales para fomentar la creación de bibliotecas familiares, implantar un bono cultura (similar al vasco) que subvencione la compra de libros, crear una librería virtual de ámbito autonómico, establecer tiempo para la lectura como placer en horario escolar y medidas contra la piratería, entre otras.