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Crítica

Pura combustión

Jerry Bergonzi Organ 4t abrió el IV Ciclo de Jazz en Primavera de un Jimmy Glass rebosante de adeptos

Jerry Bergonzi Organ 4t

Jimmy Glass

Int.: Jerry Bergonzi (saxo tenor). Perico Sambeat, (saxo alto). Andrea Michelutti, (batería). Renato Chicco, (órgano). 15 de abril.

Jerry Bergonzi Organ 4t abrió el IV Ciclo de Jazz en Primavera de un Jimmy Glass rebosante de adeptos. Esta vez había dos razones para sumarse a una noche en la que los nombres ya bastaban como llamada. En esta suerte, al de Boston „referencia mundial del jazz tanto desde el punto de vista artístico como pedagógico„ se sumaba el saxofonista Perico Sambeat, quienes protagonizaron un elegante lance de estilos y concepciones en una compartida primera línea.

Fue una noche de total atemporalidad vivida a través de las rearmonizaciones de temas de históricos como Miles Davis, Cy Coleman, John Coltrane, Tadd Dameron, entre otros, que se clavaron en el público a través de un prisma de lenguaje contemporáneo. La abstracción de Bergonzi no perdió en ningún momento de vista la estética y paladar de las mentes humanas. Perico Sambeat, trepidante y exultante, pisó fuerte ante una expectación de máxima altura y exigencia manifiesta. La exquisita interpretación de alto y tenor brindó equilibrio entre la individualidad de dos marcados temperamentos y el puro y cortés abrazo de ambos sonidos en un cautivante encuentro.

La máquina de acentos y texturas fueron voluntad del baterista Andrea Michelutti y el organista Renato Chicco, quien visitaba por primera vez el Jimmy Glass. El primero, derechísima mano de Bergonzi, exhibió una vez más la naturalidad de su buen gusto y su trascendente conocimiento de las necesidades de la música, principio del fulgor de los vientos. Por su parte, la maestría de Chicco se propagó junto con el sonido del órgano, invadiéndonos con fraseos de máxima pulcritud y razón prodigiosa.

La carga energética del excepcional cuarteto fue palpable durante toda la noche, estando presente de principio a fin, modulándose con los tempos sin dejarse caer en ningún momento, ni si quiera con la calidez de las baladas. Una noche mayúscula que, sin duda, marcó a quienes ahora puedan decir que fueron testigos de tremendo delirio.

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