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Entrevista | José Miguel G. Cortés

"El IVAM ha de ser dinámico y estar a la altura de un museo del siglo XXI"

«Quiero preservar lo que tenemos pero aireándolo, darle nuevas lecturas a través de exposiciones», resalta

"El IVAM ha de ser dinámico y estar a la altura de un museo del siglo XXI"

Cumple varios meses en el cargo y ya tendrá una radiografía más o menos perfecta de cómo está todo. ¿Hay diagnóstico?

Como en todos los sitios había de todo. Existe un personal humano deseoso, abierto, con ganas de trabajar y de reiniciar un proyecto novedoso y esperanzador y también un museo que necesita renovación en términos de infraestructura. El IVAM tiene veintiséis años y quizás los últimos directores apostaron mucho más por la ampliación del museo. Pero hay aspectos de infraestructura interna que están realmente obsoletos porque no se ha invertido en ellos. La situación es preocupante en este sentido. El IVAM no se ha puesto al día.

¿A qué refiere?

Por ejemplo, a la parte informática. Existe una parte del IVAM que no se ve. Es la cara oculta que hace que el museo abra todos los días.

Al menos, el dinero se habrá destinado en los últimos años a comprar bien y las otras inversiones habrán servido para algo. Eso sí, tenemos un proyecto arquitectónico que costó cinco millones y está en un cajón, pero una colección que mostrar.

Si se refiere a las últimas compras de obras de arte es cuestión de criterios, aunque yo no habría comprado así. Una colección no se hace incorporando piezas individuales sino con una perspectiva global. El problema de aquí es que no se puede descuidar ningún aspecto. Si estás cinco años sin comprar cuando te das cuenta llevas veinticinco años de retraso que luego son difíciles de recuperar; si no haces exposiciones con otros museos te quedas fuera del circuito del arte y si no vas invirtiendo en infraestructuras un museo se queda obsoleto.

Pasado un tiempo, puede confesar la razón real por la que optó al concurso para la dirección. ¿Animado por alguien, incitado, aconsejado...?

Me presenté porque vi que había un jurado público y de peso. Sabía quién nos iba a juzgar. Eso me animó. Pensé que esas personas estarían o no de acuerdo, pero se podía confiar en ellas. Me costó decidirme por la responsabilidad que supone, pero también sabía que valía la pena la apuesta y quería hacer el mejor proyecto.

Pero no ha contestado si alguien le animó desde la sombra.

No. No pertenezco a ningún tipo de familia.

¿No cree que su entrada fue demasiado visceral anulando exposiciones concertadas, quitando salas, despidiendo a toda la antigua cúpula...?

Todo en esta vida se puede hacer de muchas maneras. Estoy convencido de que también me equivoco y claro que se podría haber hecho mucho mejor.

¿Había tanta urgencia y necesidad de romper con el pasado?

Sí. Por muchas razones. El IVAM, artísticamente, había caído a cotas impensables en el mundo de los artistas, los críticos, los directores. El concurso marcaba un antes y un después. En veinticinco años, por muchos méritos que tuvieran los anteriores directores, nunca habían sido elegidos por un concurso abierto. Tras él aparecía una nueva situación y era imprescindible que la gente supiera que llegaba una nueva época que iba a romper amarras con lo anterior.

Usted no es hombre de partido que se sepa. ¿No ha recibido ninguna consigna política?

No.

¿Ni las aceptará?

Me presenté al concurso con unas condiciones de las que no me puedo bajar: completa autonomía y completa independencia artística. Esas son la condiciones sine qua non. A partir de ahí todo se puede hablar.

¿Cuando antes hablaba de degeneración cuál cree que fue el punto de inflexión?

Fue una situación que se fue degradando. No quiere entrar ahí, pero éramos el único museo del mundo con una asociación de examigos. Y en esa asociación estaban muchos de los sectores más dinámicos de nuestra sociedad: galeristas, críticos, artistas... No eran ajenos al arte. Pero lo que me interesa es el futuro

¿Y ese horizonte dentro de seis años sería...? Los museos de hoy no son los de hace veinticinco años y la situación económica no da para muchas alegrías.

Hay dos aspectos, uno más local y otro más global. El local es ganarnos la confianza y la complicidad de todo el conjunto de estamentos vinculados a la cultura de esta ciudad y está comunidad. Han de considerar el IVAM como un elemento de orgullo. Lo importante es que la gente se sienta reconocida y que el IVAM sea el lugar de confluencia de todos los sectores que giran en torno a la cultura al margen de la crítica que cada uno pueda efectuar de forma racional. La ciudad necesita un nuevo renacimiento. Hace falta una nueva ilusión.

¿Y todo eso cómo se resuelve?

Por un lado ofreciendo a los colectivos la oportunidad de que sepan que aquí van a ser escuchados. En el IVAM no hay amiguismos ni beneficio personal. Desde enero hemos notado un incremento de interés por parte de universidades, museos, del propio público y hemos tenido una repercusión mediática como no sucedía hace mucho tiempo.

¿Por qué cuesta tanto poner de acuerdo a los museos locales y no existe un plan integral donde nadie se solape con nadie ni se crucen caminos?

Es una tarea que deberíamos ponernos. Gane quien gane el 24 de mayo, creo que sería muy interesante que nos pusiéramos de acuerdo. El IVAM es consecuente con su árbol genealógico. Pero sí que sería interesante mejorar la coordinación y la confluencia, aunque no siempre sea fácil.

¿Si el IVAM fue en un momento un espacio para descubrir, hoy lo es para investigar, seguir descubriendo, sólo mirar, preservar...?

¿Por qué no todo ello? Si queremos hacer un museo más viejo con preservar con lo que tenemos es suficiente. Pero no es mi idea. Yo quiero preservar lo que tenemos pero aireándolo, darle nuevas lecturas a través de exposiciones. Y paralelamente abriéndolo. Lo que me interesa es que la gente venga al museo a investigar, estudiar o a pasar sólo un rato agradable. El IVAM va a poner el máximo empeño en ser más dinámico en todos los aspectos. El museo ha de estar a la altura del siglo XXI.

Muerta sine die la ampliación inalcanzable hasta dentro de muchos lustros desde el punto de vista económico, ¿no necesitaría más espacios y así se reconciliaría con Miquel Navarro?

Consolidemos lo que tenemos, esto es, dinero para comprar, para renovar las infraestructuras, para cubrir las bajas que son necesarias...y ya hablaremos, pero hay una serie de cuestiones por la que antes hay que luchar. Me conformaría con que el IVAM fuera ampliando su presupuesto un 25% cada año hasta conseguir los niveles presupuestarios iniciales. El IVAM, como motor en esta comunidad, lo necesita. El tema de Miquel Navarro es tema que lleva la conselleria.

¿El sector privado es aquí una quimera?

Si la Generalitat da una señal clara de apoyo al IVAM, aunque sea poco a poco y eso se visualiza, estoy convencido de que el sector privado lo apoyará. Si la gente se siente cómplice y contenta del IVAM aumentarán los amigos y la financiación privada. Hay que hacer un esfuerzo no quedarnos rezagados.

¿El mundo del arte está tan mareado como parece desde fuera?

Estamos en un momento de impasse. Por un lado, hay una gran parte del mundo del arte que se ha echado en brazos de lo banal y el dinero, pero hay otro sector de universidades, artistas y galerías que están por un tipo de programas austeros pero con grandes proyectos intelectuales y programáticos que dan más importancia a la formación, al arte como enseñanza o a proyectos específicos que responden a las necesidades sociales.

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