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Entrevista | Juan Francisco Ferrándiz

"La Valencia del siglo XV es un ejemplo de que nos pierde la codicia"

El abogado, que ha dejado las leyes por la literatura tras ser «fichado» por la editora en español de Ken Follett, es la revelación en la novela histórica

"La Valencia del siglo XV es un ejemplo de que nos pierde la codicia" fernando bustamante

Ha dejado un bufete de abogados para escribir. ¿Un rapto de locura?

Un poco sí. Un rapto de locura que se une al ofrecimiento de la editorial tras la aceptación de Las horas oscuras. Es un sueño.

¿Desde cuándo hace novelas?

Hasta que no me puse a trabajar no empecé: la avidez del derecho necesitaba una vía de escape imaginativa.

¿Cómo ha seducido a Ana Liarás, la editora en español de Follett y «50 sombras de Grey» o de Falcones?

La sorpresa fue mía. Mandé el manuscrito de la novela anterior y cuando me llamaron para decirme que había gustado no me lo creía. Funcionó bien y me propuso continuar. Tenía interés en una novela ambientada en España y coincidía con mi idea de contar algo de Valencia. Así surge.

¿Una editora de peso supone mucha intromisión?

No. No hay ni una coma que si había que retocar no me hayan consultado.

Empezó en valenciano.

Secretum templi. Aquello fue lo que me dio la sensación de que lo podía conseguir. Fue una lección de vida.

¿Y pasar al castellano es necesario para profesionalizarse?

Yo creo que no. Secretum estaba ambientada en Cocentaina y me nacía. Las horas oscuras es en Irlanda y me salió en castellano. Ahora la editorial me propuso nuevo libro y seguí en castellano. Yo quiero hacerme entender en una lengua y en otra.

¿La fidelidad a la novela histórica es por temor al presente?

No. Como escritor, me gusta ver el pasado, lo veo por las calles. Camino y veo piedras, pero también caballeros, villanos y damas. Por eso me gusta la novela histórica.

¿Qué hay de real en la última novela?

El hospital Sorell, en el que está ambientada, existía en la plaza Beneyto y Coll, número 3, aunque el edificio actual no es el de entonces. Pero en el casco histórico hay numerosos rastros del pasado, como el palacio de Centelles, donde el hijo del príncipe de Viana asesinó a un competidor por los favores de una mujer. Todavía Valencia conserva reliquias que te permiten imaginar.

¿Más interesantes que el Santo Grial?

Se puede sacar de todo. Como del Llibre del be i el mal que se conservaba en la Casa de la Vila, en el que anotaban los hechos que ocurrían. Me parece fascinante. Por desgracia, no ha pervivido. Valencia es muy literaria, y más en la época en que era la puerta del Mediterráneo.

¿Hay un despertar del interés novelístico por Valencia?

Tiene que ver con la educación y el interés de acercar la historia local a los alumnos. Y también por el mayor acceso a la información histórica por medios digitales.

¿Tras la novela ha entendido por qué se apagó el esplendor de Valencia?

Creo que se extingue como parece que se está extinguiendo nuestra civilización. Nos vamos reblandeciendo, perdemos la imagen de pueblo, la corrupción nos mina por dentro? Algo que conocemos bien, por cierto.

¿Hay un hilo con el presente entonces?

Es que somos los mismos. Quizá aquel jurat tenía vocación de hacer algo por su ciudad, pero algo se tuerce y el arbolito del Reino y la ciudad se va torciendo. Solo faltó la batalla de Almansa, pero la decadencia venía de lejos. Es un ejemplo de que nos pierden la ambición y la codicia.

¿La novela es feminista?

Más que eso. El germen está en la pregunta: ¿tienen alma las mujeres? No trato de contestarla por absurda. Lo interesante es cómo llegamos a ella. Es el misterio de la novela, uno de los más fascinantes de la cultura occidental: cómo la feminidad que hay inicialmente en el Génesis y en la mitología desaparece. Dejamos de lado a un montón de heroínas y un deber de nuestra generación es redescubrirlas.

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