El que trajina a menudo con libros necesita de vez en cuando reconciliarse con la literatura. Si alguien esta en la situación descrita, pruebe con Ocho centímetros (Páginas de Espuma), el nuevo libro (relatos, esta vez) de la poco prolífica Nuria Barrios. Ocho centímetros es la distancia de una pierna de la otra de una niña, el pequeño margen que puede separar el dolor de la felicidad. En ese breve lugar se mueven los relatos de Barrios (Madrid, 1962).

Hablan de «cómo la normalidad y el desastre conviven, no de la tragedia que marca un antes y un después, sino del durante, el dolor que te acompaña». Todo empezó al escribir el relato La palabra de Dios es extendida. «Al acabarlo, me di cuenta de que quería hablar de cómo la vida está entreverada de dolor».

Ocho centímetros es el séptimo libro en diecisiete años. Han pasado trece desde su anterior compilación de relatos (El zoo sentimental). «Hasta que no me obsesiono y sé que puedo aportar algo, no quiero escribir. Para sentarme a escribir he de sentir la necesidad de hacerlo, y no siempre tengo algo que contar», afirma.

Barrios lleva a la práctica la máxima de Cortázar de que el cuento es un fragmento de realidad que explota ante el lector para descubrirle una mucho más amplia. «Por ahí me muevo „admite„. Me gusta la literatura que incomoda, que te hace ver tu vida con ojos nuevos». Por lugares así transitan los relatos de Ocho centímetros. «No son espacios frecuentes de literatura, pero tampoco de la vida», apunta. «A veces pasamos de largo por delante de puertas cerradas que nos intimidan, pero atreverse a empujar la puerta es descubrir un universo alucinante que no está nada lejos».

Barrios fue crítica literaria. En pasado. «No me sentía cómoda, tenía mucho conflicto con los efectos que puede tener una crítica y no iba a hacer apología», explica. Prefiere por pasar por alto la calidad de la compañía que encontrará su libro en los establecimientos. Al fin y al cabo, gozamos de una producción literaria inmensa, de una historia muy larga, con «muchos libros muy buenos disponibles y sé que no voy a tener tiempo en mi vida para leer todo lo bueno pendiente».

Barrios es la traductora fiel de John Banville/Benjamin Black, el único escritor (o dos) cuya literatura traslada al castellano. Una tarea condenadamente difícil, afirma, que contienen un «trabajo grande de reescritura y de traición», pero esta «ha de estar muy bien hecha», porque se trata de adoptar una cierta distancia, pero la justa para permanecer fiel al original.