Uno de los protagonistas del siglo XX que Andreu Alfaro más admiraba era la cantante estadounidense de jazz Billie Hollyday. «No hay en toda su biografia, pese a ser tremenda, ni el menor resentimiento ni sentimiento de venganza. Personas como ella son las que hacen avanzar el mundo», decía el escultor con motivo de la exposición en 1994 en Madrid en torno al jazz.

Esa serie de dibujos y esculturas „de apariencia ligera y delicada„ es ahora la protagonista de la primera exposición temporal en el que fue el taller del artista, en Godella. Se inauguró ayer por la tarde y permanecerá hasta el 31 de julio.

Se trata de quince esculturas y 25 dibujos que la familia de Alfaro (Valencia, 1929 - 2012) presenta ahora por ser de las más preciadas del creador.

Alfaro decía que el jazz le transportaba a la infancia, pensaba en las criadas que se contestaban unas a otras cantando en los patios de luces. Igual que los negros, afirmaba en los 90. Tanto unos como otros «cantan sus penas para transformarlas en joyas». «Nada me emociona más», afirmaba entonces. Algunas de las piezas exhibidas ahora en el estudio surgieron de la experiencia de escuchar jazz.