Jacinto Miquelarena fue un periodista y escritor bilbaíno quien, entre otros cargos, ostentó el de director de Radio Nacional de España en 1937, corresponsal de la agencia EFE, del diario argentino Clarín y del ABC en París. En cierta ocasión, el también escritor Pedro Mourlane despedía a su amigo Jacinto en una estación. En un momento dado, se asomó un coronel por la ventanilla del vagón de un tren y le dijo a uno de sus soldados: «Tú, corre a la cantina y que te den una guindilla picante». Cuando éste ya se dirigía a cumplir la orden, le gritó: «¡Y que pique mucho! ¡Que si no te la voy a meter por el culo!» Oído esto, Mourlane se volvió hacia su amigo y le dijo: «¡Qué país, Miquelarena!» La frase hizo escuela y se convirtió en un clásico durante la posguerra.

Viene esto a colación porque la semana que hoy termina ha sido tremendamente movida, con el proceso de conformación de los nuevos equipos de los ayuntamientos y gobiernos regionales surgidos tras las elecciones municipales. Lo cierto es que en algunos lugares se están produciendo estampas propias de un esperpento valleinclanesco, o de un sainete de Carlos Arniches. Y es que muchas de las cosas que se están viendo y oyendo hubieran propiciado el argumento de una película de Luis García Berlanga con guión de Rafael Azcona. Por momentos, la realidad está superando cualquier tipo de ficción.

Y, mientras tanto, siguen proliferando las amenazas a la fiesta de los toros. Salvo la esperanzadora noticia de que en San Sebastián volverán a programarse festejos en el nuevo coso de Illumbe, predominan en el ambiente los tonos cárdenos y cenicientos. Y es que los que tanto hablan de sostenibilidad (¿?) y apoyan todo tipo de performances, planifican llevarse por delante la fiesta en ciudades como Huesca, La Coruña y Palma de Mallorca, entre otras. Incluso en Alicante la flamante edil de Protección Animal (sic), quiere que se prohíban los toros y ayer convocaron una manifestación al efecto. Como si no tuvieran otra cosa mejor. Y está por ver qué pasa en Valencia.

El otro día, un coletudo como Manuel Díaz «El Cordobés», trató de desdramatizar esta situación. Y al encontrarse en un acto con otro «coletudo» de distinto jaez, como Pablo Iglesias, echó mano de tanto sentido del humor como mano izquierda y le dijo: «si me vas a ver torear un día, te hago taurino, aficionado y cordobesista». Una manera de rebajar las tensiones que asolan la fiesta en estos momentos.

Ante esta situación algunos sectores de la fiesta, como la Unión de Criadores de Toros de Lidia o el propio Miguel Ángel Perera, han levantado su voz, pero no dejan de ser opiniones aisladas. El taurineo, el colectivo taurino en general, sigue a la expectativa. A verlas venir. Por ello sorprenden las declaraciones complacientes de José Antonio Chopera, quien se felicitaba del resultado de la feria de San Isidro de Madrid. Esta autocomplacencia, esta falta de crítica, esta soberbia y ese mirarse al ombligo han contribuido en parte a llevar a la fiesta a la situación en la que se encuentra.

Mientras tanto, los antitaurinos se siguen movilizando con disciplina y fidelidad y en eso dan todo un ejemplo. Porque los taurinos, para una vez que se pretendió hacer una manifestación como la del pasado mes de febrero en Castelló en defensa de la fiesta de los toros, le dieron absolutamente la espalda.

En cuanto a los toros por estos lares, está en marcha la feria taurina de Alicante. Se presentaron también las ganaderías que compondrán la feria taurina de Algemesí y la Escuela de Tauromaquia de Valencia, mientras la dejen, anuncia un amplio calendario de actividades para sus alumnos. Y, a la falta de menos de un mes para la feria de julio de Valencia, poco se sabe. Ha habido muy pocos dimes, y menos diretes. Por ahí se ha filtrado que se compondrá de tres corridas de toros, una novillada picada, un festejo de la escuela y la desencajonada, entre los días 21 al 26. Que seguramente estarán en la cartelería toreros como Ponce, El Juli, Morante, Perera y Talavante. Y se sigue barajando la posibilidad de la presencia de JT. Posiblemente, en breve llegará a las redacciones el tradicional e-mail con el que la empresa dará por presentados oficialmente los carteles. Pues nada, será cuestión de tener el ordenador encendido.

Lo dicho. ¡Qué país, Miquelarena!