«Dido y Eneas»
festival serenates (valencia)
Entró la ópera en les Serenates de este año con un Dido y Eneas de argumento actualizado para reducir al máximo los gastos en escenografía y vestuario, pero que sacó gran partido al desnudo espacio y a una iluminación convincente hasta en el oscurecimiento conclusivo. Mención de honor merecieron también por un lado las coreografías preparadas y las bailarinas que las ejecutaron, por otro el movimiento actoral. Tras las dos piezas del mismo compositor que sustituyeron a la obertura con dos clarinetes modernos, en el foso resultó gratísimo encontrarse con una orquesta de instrumentos originales casi siempre impecables en cuanto a afinación y precisión. Mucho gustó asimismo la dirección de Francesc Valldecabres, que llevó a sus músicos con exquisitez para simplemente secundar a los cantantes en las canciones, ajustarlos en los concertantes, determinar y mantener los equilibrios en los números corales, y por añadidura dotar de su oportuno sentido a los instrumentales. Con igual justicia se puede decir que todas las voces prestaron un altísimo rendimiento. Entre las solistas, la de Adriana Mayer brilló con luz propia todo el tiempo y consiguió producir emoción verdaderamente punzante en su última intervención. Antes, sus damas Elia Casanova y Carmina Sánchez aconsejaron, dialogaron y concertaron admirablemente, y mutatis mutandis lo mismo cabe decir del trío formado en el otro bando por Minerva Moliner, Olga Viytiv y Noelia Castillo. En medio, Vicente Antequera, más barítono alto que tenor, demostró pareja sensibilidad musical en la expresión de sus contradicciones dramáticas. Con peso sonoro y delicadeza de filigrana según convenía, tampoco nada menos que excelente el coro.
