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tribuna

Música es desafío

La música como el arte, la vida, el amor y todo lo que vale la pena no es ni puede ser mueble de compartimientos estancos: aquí libros, ahí pan, allá eso o lo otro o lo de más allá.

La música, toda música, es mestizaje y cruze de diagonales más o menos imprevistas, estimulantes y hasta perversas.

Valencia —la Valencia de las instituciones— tiene que reinventarse. Todo en música está por hacer, al menos por hacer a la altura que nuestra creatividad y nuestra situación en el mundo exige.

Tenemos conservatorios y hasta academias incapaces de hincarle el diente a cuanto plantee ir algo más allá de lo tonal. Tenemos bandas que son envidiables cuando devienen charanga de baile o procesión, o concierto de «certamen» de quién es más que otro. Pero viven bajo inamovible techo de cristal: nadie saca el pie del tiesto de lo consabido.

Tenemos un par de Palaus que viven y programan como si Valencia y sus necesidades y ansias les fueran ajenas, y esto fuera Hollywood. Tenemos unos festivales especializados —un desgraciado Ensems— que viven en endogamia de armario y tente tieso, una pedagogía o una musicología sin estrenar —salvo exiguas excepciones— más allá del codificado mundo del repertorio y las antigüedades heredadas. Y para postre tenemos unas músicas dichas artes acústicas, que —sueltas y a su aire— no caben bajo ningún concepto en el estrecho esquema local.

Vivimos hoy un breve compás de arranque en el que todo es —o parece— posible, pero si un deus ex machina no lo remedia, seguramente y con la mejor de las voluntades —faltos de crítica e información— pronto todo volverá a reproducirse y tropezar con las mismas piedras y los mismo podridos miedos: a lo distinto, a lo ambiciosamente desconocido, a lo transversal, a lo infinitamente sugestivo por novedoso y atrevido.

Hubo un futurista, vecino de nuestra Valencia, que murió músico, inventor, utopista y pobre, y que ya en los años 30 del pasado sigo XX afirmaba que «nuestro cerebro ya se electrificó» y concluía: «No tendremos creaciones mejores que las existentes sin cambiar de orden de idea».

Qui potest capere, capiat.

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