Aún picaba el sol, pasadas las siete y media de la tarde, en la acogedora encrucijada del escenario FIB Club, allá donde pisaban tablas los alicantinos Mox Nox. Era tiempo de primera cerveza, de buscar sombras y de tomar el aire necesario antes de zambullirse en la frenética espiral del Festival Internacional de Benicàssim, que comenzó ayer de manera oficial y que aspira a reunir a unos 30.000 espectadores diarios.

En el escenario se desparramaba la fórmula primigenia del FIB: la simple y encantadora batalla entre el ruido y la melodía. Las guitarras pesaban y la juventud sudaba y se divertía: hasta ahí todo normal. La excepción que Mox Nox representó se apreciaba al prestar atención a la voz de Lluís, camuflada entre la maraña instrumental. Eran casi susurros los suyos, pero de peculiar valor simbólico. Mox Nox se convirtió en el primer grupo valencianoparlante de la Comunitat que actúa en el festival de Benicàssim.

«Empezamos en inglés, pero llegado un punto se nos quitó la tontería de la réplica anglosajona y decidimos que, si el valenciano era la lengua que hablábamos en el local de ensayo, era natural que la utilizáramos en nuestras canciones», explicaba el propio Lluís en la previa. El cambio en el proceder de los grupos de la zona se ha visto reflejado en el cartel del festival, aunque no quede muy claro quién empezó a influir a quién.

Al FIB se le echó en cara, en especial tras unas polémicas declaraciones de José Luis Morán, fundador y exdirector de la cita, que no apostara por grupos en lengua propia, pero la realidad es que no había mucho donde elegir. «Se encasillaba el tema lingüístico con una música determinada, más festiva o más ska o como quieran llamarla, que no es muy del estilo que uno asocia con este festival. No es o no era lo normal que un grupo de nuestro estilo (pop, shoegaze...) usara el valenciano, pero la cosa está cambiando, con gente como Arthur Caravan y algunos más», añade Lluís, que actuó ayer en un festival que había visitado «muchas veces como público». «Aquí hemos visto a nuestras principales influencias y tocar en el FIB claro que produce especial ilusión», confiesa.

El caso de Mox Nox ha tenido varios precedentes con matices geográficos. Los baleares Antònia Font y los catalanes Manel triunfaron en el FIB. La banda de Xilxes Pleasant Dreams, por ejemplo, tocó en el FIB´13 y tiene también algunas canciones en valenciano, un rumbo que comenzó a explorar a raíz de una celebrada versión de La Panderola. «Surgió como algo casual», recuerda Juanjo Clausell, «pero enseguida vimos en ella la posibilidad de encontrar una sonoridad que estábamos buscando, en el camino hacia un folk mediterráneo más purista».

Tanto Mox Nox como Pleasant Dreams son de alguna manera hijos del FIB. Como Lluís, Juanjo fue público antes que artista. Después de dos décadas de vida, el FIB empieza a alimentarse de su propia cantera, que ha reintrepretado y hecho propias las influencias británicas que suelen dominar los carteles.