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Flamenco crítica

Porcel, un fuera de serie

El teatro Olympia termina hoy su temporada y lo hace con la última actuación de José Porcel y su magnífico espectáculo. Durante dos semanas, el genial bailaor ha dado un recital de auténtico maestro, una clase diaria magistral que ha entusiasmado a los verdaderos aficionados al baile flamenco e incluso a los otros. Porcel no solo ha derrochado ese arte especial que lleva consigo para bailar, sino que ha demostrado la tremenda fortaleza física y psíquica que le ha llevado a ser uno de los grandes en esa difícil tarea de poner sobre el escenario el más representativo de nuestro género flamenco y español.

El bailaor, alumno muy aventajado del desaparecido maestro valenciano Martín Vargas, ha demostrado su agilidad, su temperamento, su sensibilidad y su pasión por el flamenco, como reza el título de su espectáculo Flamenco Passion, provocando cerradas y largas ovaciones de un público entregado absolutamente al arte de José Porcel, arrebatado por su extraordinaria calidad y fuerte magnetismo. El bailaor demostró que hasta sin música es capaz de provocar el entusiasmo colectivo. Ha bailado taconeando con una fuerza increíble hasta por el pasillo central del teatro Olympia, entre los asombrados espectadores que se le han entregado por completo.

Porcel también se ha rodeado de un equipo de profesionales muy especial. Dos parejas de jóvenes bailaores, (Irene Correa, Marina Perea, Benjamín Leiva y Jesús Perona), y un grupo musical compuesto por dos cantaores, Tomasa Peña y Manuel de la Nina, con los guitarristas Pepe del Morao y José Almarcha,una flauta, Laura Poggio, y la percusión de Javier Fernández. Todos perfectamente armonizados y sincronizados para ofrecer un espectáculo fuera de lo común.

Cuando el baile y cante flamenco alcanza tanta categoría la labor del director es elemental. Pero si, además, el director es el primer bailaor y figura central del tinglado y lo hace todo con tanto arte y tanta fuerza, habrá que suponer que se trata de un fuera de serie. Porque José Porcel, por lo visto durante dos semanas en el Olympia, es exactamente eso: un fuera de serie.

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