Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica musical

Dos grandes del clarinete

Conciertos para todos

18 septiembre, palau de la música (valencia)

José Vicente Herrera (clarinete), Joan Enric Lluna (clarinete) y Orquestra de València. Director: Joan Enric Lluna. Obras de Martin i Soler y Mendelssohn.

Siendo tantas nuestras bandas de música y en ellas tan al menos cuantitativamente importantes los clarinetes, de veras que no se explica cómo este Concierto para todos no colmó el aforo de la Iturbi. Y no hace sino aumentar la perplejidad el hecho de que en él actuaran dos virtuosos del instrumento que a pocos en el mundo tendrán algo que envidiar pero por diversas circunstancias afincados en su tierra natal, o sea, aquí. Uno, José Vicente Herrera (Turís, 1959) nunca se fue y es desde hace treinta y cuatro años uno de los puntales indiscutibles de la Orquestra de València; el otro, Joan Enric Lluna (Godella, 1962), se fue, triunfó y volvió para admirar primero como primer atril de la Orquestra de la Comunitat Valenciana, últimamente cada vez más también como director.

En esta última faceta, el progreso de Lluna ha sido casi espectacular. Para ser bueno con la batuta no basta con ser un buen músico, pero sólo un buen músico puede llegar a empuñarla con maestría (Carlos Kleiber como la gran excepción que confirma la regla).

En la obertura de Una cosa rara, que sirvió de pórtico, el tempo escogido vino respaldado por una lógica aplastante: el más cómodo para la música. Así, todas las frases y todas las líneas encontraron el lugar desde el que emitir su brillo y llegar nítidas al oyente.

No llegó a suceder lo mismo en toda la «Italiana», en cuyo primer movimiento se incurrió en alguna espesura, y en el tercero lo más destacable fue un trío cuya solemne serenidad no acabó de compensar de la ausencia de siquiera un barrunto de tragedia en las secciones extremas. El Andante y el Saltarello, en cambio, coincidieron en la gracia del fraseo.

Quedaron en medio del programa otras dos piezas de Mendelssohn: un Nocturno para vientos simpatiquísimo en sí y en esta versión, y una Pieza op. 114 en la que Lluna y Herrera, Herrera y Lluna, dieron una auténtica lección magistral no sólo de técnica individual sino asimismo de cómo fusión y contraste, en música, no son términos antagónicos.

Compartir el artículo

stats