«Es un momento fundacional del reino, una seña de identidad de todos los valencianos». José Ignacio Casar Pinazo sacaba lustre así al aura del cuadro que colgaba en las dependencias del Palau de Generalitat. «Jaume I tiene alguna enfermedad y sabe que va a morir. Entonces reúne a toda su corte. Llama a Pere a Alzira y le da la espada: no es más que un símbolo, está nombrándolo rey de Aragón y Valencia. No sabemos si la figuración es la que fue de un rey básicamente nómada, pero en cualquier caso sirve como testimonio de cómo se entendía la época medieval en el siglo XIX».

La imagen carga con su propia alegoría, la de albergar el primer instante del autogobierno valenciano. La decisión de extraerla de la diputación y retornarla al núcleo del poder autóctono, también tiene su propia lectura simbólica: «Esta es la casa que se va a empezar a construir en el siglo XIV para dotar de autogobierno a los valencianos. En esta sala precisamente, la Escribanía, es donde se empieza a instituir el reino».

El cuadro que contiene esa escena „se exhibe junto a otras piezas que forman parte del estudio de la misma obra„ es, sin embargo una versión beta, una protoobra que en 1881 daría lugar a otra mucho más grande, más rotunda por lo tanto y que hoy luce ante miles de miradas de miles de nadies: en un almacén del Museo del Prado. Casar Pinazo, biznieto del pintor valenciano y hombre que comanda el San Pío V, aliñaba el símbolo con un anhelo, nada abstracto: «Hay una revindicación de la Generalitat y de la sociedad valenciana. Mi abuelo ya empezó a hacerla porque el cuadro nunca ha estado en Valencia: en su día lo adquirió el Estado para el Prado, que a su vez lo depositó en el museo de Zaragoza».

Lo que estaba demandando Casar Pinazo es la vuelta de esa imagen definitiva, de tres metros de alto por cuatro de ancho, a Valencia. Lo hacía en un acto en el que se encontraba arropado por las instituciones públicas: las Corts representadas por Enric Morera; la Generalitat por Albert Girona y Carmen Amoraga; el ayuntamiento por Glòria Tello. Un acto que además sirve como punto de partida para la celebración del centenario del artista valenciano y para cuyo punto final, precisamente, se quiere cerrar el círculo con la exposición del cuadro original en el Palau también un 9 de octubre, el de 2016. Así lo reconocían los miembros de las dos instituciones tras la inauguración de la exposición.

Hasta el momento, reconocían quienes eran cuestionados, no ha habido un acercamiento nítido al Museo del Prado para pedir el regreso de la obra, pero se apuntaba a que la propuesta se trasladará próximamente. La iniciativa la llevará el propio Consell junto con la Comisión para la Organización del Centenario de Ignacio Pinazo, integrada entre otros por el presidente de la cátedra que lleva el nombre del artista, Francisco Javier Pérez Rojas, y Carlos González Triviño. También contará, como mínimo con el soporte de las Corts. La petición del cuadro a Madrid se prevé que sea para una exposición temporal, no de forma permanente. De prosperar la idea se disolvería cierta sensación de deuda pendiente con uno de los artistas valencianos universales.