Los Diálogos de Rousseau, catálogos de Pollock y los Crónica, Narraciones y esbozos de Stendhal, El erotismo de Bataille, El siglo del jazz y En la orilla de Chirbes compiten „si es que un verbo así sirve en un lugar así„ en el escaparate con una carta manuscrita recibida desde EE UU. Este es uno de los recuerdos que los propietarios de la librería Valdeska han desempolvado a modo de despedida de la que ha sido bastante más que su actividad profesional durante los últimos 36 años.

Valdeska, que desde hace quince reside en el número 47 de la calle del Mar de Valencia, cerrará a final de mes. ¿Jubilación, fin de una etapa, crisis de los libros, agotamiento de un modelo cultural?? Todo y nada, viene a decir Sergio, que quita trascendencia a una decisión que viste de naturalidad.

«Simplemente sientes que tu momento ha pasado», afirma durante una conversación que no es entrevista, porque es sabido que Sergio Valdeska „ha asimilado tanto la vida entre libros que ha convertido en apellido accidental su nombre comercial„ no concede entrevistas ni fotografías. Se reafirma en el gesto mientras a Yolanda „la otra mitad de la «no-librería», en palabras de su dueño„ le sonríen los ojos por encima de las gafas cuando de soslayo observa la conversación.

Más que del fenómeno digital, Sergio prefiere hablar de sus consecuencias en el uso del tiempo. Uno puede pasarse hoy horas absorbido en la última serie que se ha bajado o perdido entre aplicaciones y mensajes telefónicos. Y ese es tiempo que se ha dejado de compartir con un libro.

Un libro de papel, entendamos bien, porque lo otro es «una pantalla con letras», que no es lo mismo que el objeto conocido como libro, afirma Sergio, que cumplió hace poco 62 años.

Valdeska es una «no-librería» porque, entre otras cosas, nunca ha tenido «novedades» o «best sellers». No ya Grey y sus sombras. que el librero asegura desconocer qué es, sino tampoco los títulos de Pérez-Reverte, igual que en su momento no tuvieron los de Vizcaíno Casas, dice. Lo suyo ha sido la «línea dura», que se resume en arte, literatura y pensamiento. Y así ha sido en una ciudad «difícil» y «dura» para la cultura. Así ha sido desde que empezaron en la calle Quart en 1979, luego en Gobernador Viejo y en dos etapas en el IVAM, con Carmen Alborch y Juan Manuel Bonet después.

Si alguien se ha preguntado ante el escaparate por el origen del nombre, la cosa no tiene misterio, sino más bien azar. Sergio andaba hace 36 años buscando nombre y entonces se le apareció „sin misticismos„ en casa un pequeño grabado de la Virgen de Valdesca. En el interior del local está enmarcado aún. Por poco tiempo.