Tantas americanas como chupas de cuero, camisas de cuadros, pantalones pitillos y barbas para un catálogo. Sin código de vestimenta preestablecido, la gala de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana imponía su propio sello estético.

En la Nave3 del complejo de Joan Verdaguer se reunían profesionales y clientes, binomio que se quiso resaltar durante toda la ceremonia, salpicada de autoridades, en este caso el conseller de Cultura Vicent Marzà y el de Economía Sostenible, Rafael Climent; además del concejal de Fiestas, Pere Fuset. En una gala sin corsé, en tono familiar, todo el mundo tenía una función y los políticos abrieron sobres. También lo hizo el exdirector del MuVIM, Romà de la Calle quien, casualidad o no, entregó el premio en la categoría de Publicaciones corporativas y catálogos al trabajo que Estudio Menta realizó para la exposición de Fragments de la Unió de Periodistes, esa que ha marcado su carrera, aunque en este caso se trataba de la de 2012. También subió al escenario el rector del IVAM, José Miguel García Cortés. Comentaban desde la propia asociación que tanto en el reparto de invitaciones como en el reconocimiento a los premiados querían poner el acento en dos sectores: cultura y empresa, dos vías de aire para el diseño. Cristina Cabrelles, directora del Centro de Artesanía de la C. Valenciana; Jorge Fombellida, director comercial de Feria Valencia; o Gauthier de Nutte, vicepresidente de Anieme, diversificaban el ecosistema de la primera fila de butacas.

La sexta edición de los premios ADCV ha caído en un aniversario redondo para el colectivo, que celebró sus treinta años de vida recuperando una gala que fue bianual hasta que la coyuntura económica segó la de 2013. Ayer, cuatro años después de la última puesta de largo, los diseñadores valencianos volvían a reconocerse en un teatro en el que se repartieron 27 galardones al diseño gráfico e industrial. «Os invito a retomar el valor en la innovación económica y social», enunciaba el presidente de la asociación, Rafa Armero, en un escueto discurso que celebraba «los buenos profesionales del diseño en la Comunitat Valenciana y la consolidación de un futuro prometedor».

Hasta seis veces subió al escenario a recoger su trofeo el diseñador Ibán Ramón, nombre más pronunciado de la noche, acompañado de quienes le realizan los encargos. «Es que queremos poner en valor tanto al diseñador y su proyecto como al cliente que se arriesga», apuntaban desde la organización antes de la gala. Así que instituciones públicas como la Universitat de València, el Ayuntamiento de Vila-real, fallas, festivales y empresas se cogían de la mano a los profesionales que recogían la D mayúscula que da forma a los galardones. El goteo de ganadores discurría sin discursos ni agradecimientos que extienden las ceremonias. La gala, ya se advertía en la entrada, quiso huir de protocolos.