Textos de su Per Sant Lluc, el grupo Assaig y la compañía Crit cruzaron como una trenza simbólica las causas a las que Josep Lluís Sirera, fallecido el pasado martes, entregó su vida: teatro y universidad. Una breve ceremonia civil transformó el Tanatorio Municipal de Valencia en un gran teatro con el patio de butacas lleno, en el que sonó una atípica ovación que seguramente hubiera hecho sonrojarse a un hombre discreto como Sirera.

Rodolf, su hermano, encabezaba un último homenaje en el que estuvo presente el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y también el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona. También acudió en pleno el equipo rectoral de la actual Universitat de València, con Esteban Morcillo y Antonio Ariño a la cabeza. Miembros del CVC y de la AVL y, sobre todo, del mundo del teatro, desde todos los oficios posibles: programadores, actores (Alfred Picó y Carles Alberola, por ejemplo), productores de compañías (Toni Benavent) y empresarios, como María Ángeles Fayos.