Antonio Galera
palau de la música (valencia)
Intérpretes: Antonio Galera (piano) y Orquesta de Cámara Eutherpe. Director: Francisco Valero-Terribas. Obras de Mozart, Wagner y Dvorak.
La sala Rodrigo parece revivir, y en un sentido muy provechoso: a favor de los intérpretes valencianos principiantes, ya antes de la crisis no muy bien tratados, desde su estallido prácticamente barridos del mapa. El siguiente paso debería orientarse a la recuperación de los compositores, que aún están, si es que están, peor.
Por lo que venimos oyendo, quien programa o permite estos recitales y conciertos lo hace con muy buen tino. En la última velada actuó un pianista muy hecho en su profesión junto a una orquesta en su mayoría constituida, director incluido, por jóvenes aunque todavía en formación ya muy prometedores.
No lo fue el comienzo, pues en el arranque del Concierto nº 27 de Mozart la sección de cuerdas difícilmente habría podido emitir un timbre más deslucido. Todo mejoró, y mucho, con la entrada del solista, Antonio Galera (Valencia, 1984), que fue marcando la pauta al acompañamiento desde una ejecución de extraordinaria limpieza técnica y juiciosamente ponderada en la traducción de los matices exigidos en la partitura. Los dos allegros, así, resultaron tan convenientemente expansivos como el Larghetto reflexivo. Como propina, la Canción compuesta por Falla en 1900 no rebajó en absoluto el nivel de admiración entre el público que ocupaba más de dos tercios del aforo.
El inicio del Idilio de Sigfrido hizo resurgir el mismo tipo de dudas, y esta vez fue Francisco Valero-Terribas (Silla, 1980) quien tuvo que enderezar el rumbo, esta vez solo. En la construcción del clímax que desemboca en la llamada del pájaro aún se produjo cierta confusión entre las líneas, pero qué menos en obra de tanto riesgo con músicos bisoños.
Si bien en su letra entrañaba menos peligros, los seis números de la Suite checa requieren capacidad para que, por ejemplo, el Preludio sea moderato en la medida justa, la polka graziosa sin afectación o el Andante con sentimiento además de con moto. Tal cual sonaron. De todos, intervinientes y organizadores, pudo en definitiva decirse que se movieron por el buen camino.
