¿El público ha adoptado las nuevas canciones o en los conciertos solo les corean las clásicas?
No, no. Fíjate que desde el escenario escuchamos que algunas de las nuevas, como Pastillas para dormir, se cantan al nivel de alguna mítica como Tu calorro.
Seis álbumes de estudio y dos recopilatorios (los dos en los últimos cinco años). No sé si creen que les queda algo nuevo por hacer.
Lo que queda es que te guste lo que haces, que se te ponga la piel de gallina cada vez. La cosa es seguir gustándote a ti mismo, no ir buscando gustar a terceros. Nosotros hemos tratado de dar lo mejor que tenemos y no, a estas alturas ya no vamos a sacar un disco de jazz.
De la rumba no se mueven.
A la rumba la mareamos todo lo que podemos porque casa muy bien con otros estilos, se deja fusionar. Pero no creo que haya necesidad de que busquemos otro camino, no necesitamos reinventarnos.
¿Se sienten profetas del estilo?
Qué va, nosotros somos unos rumberos más de los millones que hay repartidos por el mundo. Somos del club, nada más.
No todos los rumberos pueden llenar un pabellón.
Eso a nosotros nos sigue sorprendiendo, igual que con el primer disco o más, porque entonces pensábamos que era todo cuestión de suerte. Ahora vamos al día: primero el próximo concierto y luego el siguiente. Partido a partido, que somos muy de Simeone.
¡Pero si son del Barça!
(Ríe). Pero bueno, bueno, Luis Enrique también es muy de nuestro estilo, de los de no hay partido ganado antes de jugarlo.
¿En los conciertos notan que el público ya ha dado el salto generacional?
Sí que se nota sí. El chico que nos descubrió con quince años ahora viene con su hijo. Pero en las primeras filas, sobre todo, notamos que aún tenemos una cantera de fieles adolescentes.
¿En ningún momento han pensado que para qué seguir si ya han ganado los suficiente?
Es verdad que desde el primer disco tenemos las necesidades cubiertas de por vida, porque no somos gente de gustos caros. Lo que hacemos ahora es por pura motivación. Sí que queremos dejar algo, que nuestros nietos nos recuerden como buenas personas, y como músicos... Aunque tampoco hemos sido nunca Jimi Hendrix (ríe). Queda seguir adelante, con amplitud de miras.
Habla de los nietos. ¿Cómo lleva lo de ser padre?
¡Antes hacía las entrevistas más tranquilo! Y bueno, también te haces más diurno.
Sabina reconocía que al perder la noche perdió también la inspiración.
Pero nosotros nunca hemos sido tan granujas como él (carcajada).
