«Bromeaba, le tomaba el pelo, reía mientras caminábamos por el sendero de grava. Se prestaba al juego. Colaboraba buscando alguna anécdota divertida que hubiéramos compartido. Se le animaban los cortos pasos de viejo. Las tardes en que me acerqué a verlo al Hôpital Saint-Lous parecía que cicatrizaba la herida que habían dejado nuestros desencuentros (maintenant, on s'aime comme des bona amicus), y que incluso quedaba en suspenso la enfermedad».
Así arranca París-Austerliz, la novela póstuma de Rafael Chirbes, que sale a la venta en cinco días. El mejor escritor valenciano en castellano de los últimos tiempos se encontraba corrigiendo las pruebas cuando murió en su casa de Beniarbeig, tal como reconoció Jorge Herralde, el editor de Anagrama, sello al que Chirbes estuvo ligado desde el inicio de su carrera literaria, incluso antes de tener el reconocimiento del público.
París-Austerlitz (como la estación de metro parisina) es una novela breve, 153 páginas, que recrea una historia de amor homosexual. Un relato antiguo que Chirbes había actualizado, de hecho la novela está fechada en «Valverde de Burguillos, octubre de 1996 - Beniarbeig, mayo de 2015». Una historia que terminó pocos meses antes de su fallecimiento, «tras veinte años de escritura abandonada y retomada intermitentemente», como reconoce su editorial. El propio Herralde explicó días después de su muerte que el escritor le había enviado hace años una primera versión del libro, pero que poco después pidió más tiempo para revisarlo.
Narrador de la historia
El protagonista es un joven pintor madrileño de familia acomodada pero ideología izquierdista que detalla con perspectiva los últimos pasos que le han llevado al último trayecto de su relación con Michel, un hombre maduro que agoniza en el hospital atrapado por esa enfermedad temida y vergonzante. A partir de ahí, la narración revisa marcha atrás la vida y la sociedad española que le ha tocado sufrir al personaje.
Una novela emparentada con el primer Chirbes, el de Mimoun, su primer libro publicado en Anagrama en 1988, donde cuenta la historia de un profesor que llega a una pueblo de la montaña marroquí con el propósito de terminar su novela. Pero París-Austerlitz desnuda también los años de la Transición „como hizo en su imprescindible trilogía sobre el siglo XX español: La larga marcha, La caída de Madrid y Los viejos amigos„.
El autor de Crematorio y En la orilla, las dos libros que lo catapultaron al gran público tras una dilatada obra, indaga con crudeza las razones del corazón, cómo amamos y por qué dejamos de amar, cómo el interés lo cubre todo en las relaciones personales. Cómo se pasa de los primeros días felices donde manda el deseo y el placer, hasta ese amor de patio trasero que comienza a quebrarse, pero que mantiene el asfixiante aspecto posesivo.
«Hacía la puerta de salida»
Una imagen del interior de la estación Paris-Austerlitz, del prestigioso fotógrafo francés Georges Azenstarck, ilustra el último libro de Chirbes. Sin dedicatoria y estructurado en una introducción y seis capítulos.
Sus últimas lineas son premonitorias: «Tengo que irme, repetí varias veces con una voz suave que pretendía excusar la brusquedad del gesto con que lo había apartado. Insistí: volveré y encontraremos el modo de que te vengas conmigo a España para reposar durante algún tiempo. Lo haremos así. Se agitaron un instante sus brazos y piernas, descarnados como patas de insecto; luego se quedó inmóvil, dejó caer la cabeza sobre la almohada y empezó a sollozar de manera entrecortada, con un gran pesar; y los sollozos se convirtieron en pocos segundos en un lamento ininterrumpido que fue creciendo de volumen, ocupó la habitación y me siguió por los pasillos del hospital mientras me dirigía hacia la puerta de salida».
