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Informe

La Generación Z sustituye la autoridad de sus padres por la de Google

Su mente ha cambiado para asumir una información digital muy maleable

La Generación Z sustituye la autoridad de sus padres por la de Google

Los nuevos jóvenes Z protagonizan un cambio generacional más radical que los millennials, discriminan con dificultad la ingente información desjerarquizada y contradictoria que les bombardea al instante, han sustituido la autoridad de sus padres y profesores por la de Google, son poco proclives a estudiar carreras universitarias de cuya utilidad para sus vidas dudan y a la vez son globales, desconfiados, precoces en el uso de las tecnologías, narcisistas y, claro, están hiperconectados. Soberbios ante la autoridad establecida, destacan por su tolerancia con los demás, aunque su relación con el mundo se circunscriba no pocas veces a una realidad meramente virtual. Su tótem es el smartphone. Necesitan con urgencia un nuevo tipo de educación que les oriente en la vida. Estas son algunas conclusiones del informe Jóvenes Z. El último salto generacional, elaborado por la Deusto Business School que será presentado en enero.

La llamada Generación Z, la siguiente de los millennials, es la primera plenamente nativa digital y está formada por los nacidos entre 1994 y 2009, unos 1.900 millones de jóvenes que representan ya el 25 % de la población mundial, un porcentaje bastante más bajo, un 15,7 %, en la envejecida España, donde sólo hay 7,3 millones de chicos comprendidos entre los diez y los veinte años. Esta generación es también conocida como Nativos Digitales (N-GEN).

Los Z son fruto, en la terminología de Z. Bauman, de la modernidad líquida de una sociedad volátil, sin valores demasiado sólidos y con unos vínculos humanos debilitados por la incertidumbre, fruto de unos cambios que se suceden con una rapidez vertiginosa.

«Ellos saben que buena parte de las profesiones a las que dedicarán su tiempo no existen todavía y que, por tanto, carece de sentido prepararse para ellas con un itinerario preestablecido», subrayan los responsables del documento de la Universidad de Deusto, en el que se presenta a unos chicos y chicas que se toman la educación como un camino y no como un objetivo, «supliendo las limitaciones del currículo académico con valores vocacionales que les gustan o para los que tienen mayor talento». En un mundo con certezas cada vez menos consistentes, «el éxito individual no es sino ser sincero con uno mismo y aportar soluciones para mejorar el planeta y la sociedad desde lo genuino».

Los GenZ son menos proclives a estudiar carreras universitarias y particularmente Humanidades y prefieren un aprendizaje más vocacional y plural que les facilite sus opciones de empleo en un mercado global cambiante en el que triunfarán los más creativos y desenvueltos en la red. «Son conscientes de que la educación no garantiza un nivel de remuneración determinado en el futuro, creen que se puede llegar a obtener una habilidad de muy distintas formas, respetan las aportaciones de los demás y no centran el conocimiento en un solo campo ni jerarquizan unas competencias sobre otras», explican los redactores del informe.

Su personalidad les hace presagiar a los autores de este documento que con la llegada de los GenZ se producirá un cambio generacional mucho más radical que el protagonizado por los millennials, la constructiva generación Y de jóvenes que ahora tienen entre 20 y 30 años y que, según Iñaki Ortega, director de programas de la Deusto Business School y uno de los responsables del informe, han logrado con su pericia con las nuevas tecnologías hacer un mundo mejor.

Pero, ¿está el mundo preparado para recibir a los Z? Lo cierto es que «tienen buena disposición para el trabajo en equipo y para respetar e interesarse por la opinión del otro», responden los expertos de la universidad vasca convencidos de que estos jóvenes serán los «menos sexistas y racistas de la historia». Con lo que muestran sin duda una insatisfacción total es con la educación tradicional, poco eficaz para preparar a los profesionales del futuro. El sistema educativo ha dejado de atender las necesidades y expectativas de unos alumnos a los que les espera un futuro laboral muy inestable. Los Z se revuelven y apuestan por la creatividad en la red mientras exigen nuevos programas de educación menos memorísticos y más prácticos.

«Atrás ha quedado la etapa en la que la tecnología aspiraba a imitar la inteligencia humana», explica el filósofo y pedagogo José Antonio Marina. «Ahora, los nuevos sistemas pueden hacer operaciones que van más allá de la capacidad del hombre y la asignatura pendiente de la enseñanza es dotar a los alumnos de las habilidades necesarias para hibridar procesos neuronales y procesos electrónicos», añade.

Esta nueva generación internet, también denominada por algunos académicos Generación Einstein, ha perdido el principio de autoridad. Ya no recurren a los padres o a los profesores en busca de conocimiento, sino que tienen a Google como principal apoyo para resolver todo tipo de dudas. «El conocimiento para ellos ha dejado de ser lineal para convertirse en una realidad nebulosa donde la información no está jerarquizada y, de estarlo, es el criterio comercial y no el académico el que prima en la ordenación de los contenidos», continúan los elaboradores de Jóvenes Z. El último salto generacional. Viven instalados en una nube virtual, una especie de biblioteca inmensa y caótica, que están cambiando sus mentes para asumir una información digital muy maleable al alcance de todos.

«La tecnología no atrofia el cerebro, lo reconduce. Lo que hagamos va a condicionar mucho cómo será el cerebro del futuro, qué capacidad tendrá, cuáles habrán mejorado, cuáles disminuido, qué capacidades nuevas han surgido», explica el catedrático de Psicobiología Ignacio Morgado, quien resalta que «anteriormente al desarrollo tecnológico industrial no influíamos tanto en nuestro propio desarrollo cerebral».

El árbol del conocimiento que la humanidad ha venido construyendo durante siglos, con todas sus jerarquías y ramificaciones, ha sido sustituido en la mente de los Gen Z por una nube en la que toda la información está al mismo nivel. Esa nube enmarañada hace que estos jóvenes den el mismo valor a todas las opiniones que almacenan mentalmente.

Son personas bastante soberbias, con exceso de confianza y muy pagadas de sí mismas respecto a la tradicional autoridad de padres y profesores. Tienen el universo de la información al alcance de la mano pero no está tan claro que posean la humildad suficiente para aprender a convertirla en conocimiento porque los miembros de esta generación deben procesar cantidades ingentes de datos pero no saben relacionar ni discriminar para llegar a conclusiones útiles. Se informan de forma instantánea y se olvidan de ello de forma inmediata.

Sus relaciones sociales están marcadas por la Red, lo que les hace personas globales y diversas que presumen de tener amigos en todas partes. «Están hiperconectados en un mundo que se les ha quedado muy pequeño», explica Iñaki Ortega para reiterar que estos jóvenes serán los más tolerantes de toda la historia. Han cambiado el concepto habitual de amistad, que puede limitarse en no pocos casos al mero contacto cibernético. «Acumulan amigos, los exhiben y contactan con personas de distintas culturas y estratos sociales, lo que les ayuda a entender y tolerar la diversidad», explican los responsables de este documento en el que no se han especificado las amenazas que acechan a esta generación que ha hecho del uso masivo de las redes sociales su seña de identidad.

Pero riesgos hay, reconoce el director de programas de la Deusto Bussines School. El primero es el autismo digital que les lleva a renunciar a las tradicionales relaciones cara a cara al haber crecido con el smartphone de sus ajetreados padres entre las manos. Evitar el sedentarismo es otro de los retos a los que se enfrentan estos chicos acostumbrados a los vídeojuegos pero poco animados a jugar un partido de tenis.

No son pocos los expertos que alertan de que el uso masivo de las nuevas tecnologías ha mermado la capacidad de atención y de expresión oral y escrita de la generación digital, por lo que la receta que proponen ante esta revolución imparable es un cambio radical de la educación para potenciar las capacidades de esta hornada de estudiantes que ha llegado para quedarse. La conclusión en definitiva del citado informe es que «estamos ante una generación que, con las oportunidades adecuadas, está en disposición de mejorar el mundo y sacar lo mejor del imparable desarrollo tecnológico».

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