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Premios de cine

La resistencia valenciana en los Goya

El documental «Sueños de sal», rodado por un equipo íntegramente de Novelda, optará al premio de la Academia española - Cuatro vecinos protagonizan este filme sobre la superación

La resistencia valenciana en los Goya

En la gala estarán los dos Navarro, Alfredo y Jesús, que no son familia. Alfredo es el director de Sueños de sal, documental nominado al Goya (optaba a nueve candidaturas) y Jesús su productor. A estas alturas, en Novelda el dueto tiene el peso simbólico que Woody Allen y Jack Rollins: una fórmula que dejará un eco cinematográfico durante generaciones. Pese a que la parte creativa del experimento recayó sobre el joven director, la idea original fue del empresario. «Él quería hacer algo para el pueblo, animar a la gente en un momento de crisis brutal», relata el cineasta. Jesús contactó con Alfredo, un treintañero con estudios en cine y hambre de proyectos, y juntos se lanzaron a por ese «algo» que al principio tenía la medida de un cortometraje por y para Novelda, un espejo de las mejores virtudes de la población, un producto para el autoconsumo y el orgullo propio.

La idea era reunir a un grupo de vecinos que tuvieran algún sueño por cumplir, sin importar la envergadura. De la tormenta inicial de ideas surgieron cuatro historias para hilvanar un relato intergeneracional: un pequeño invidente que aspira a ser pianista; una joven que simplemente quiere romper el cascarón e independizarse y otro que espera volar a Tailandia pra ser un maestro en artes marciales; y Mariano, un jubilado que no ha perdido la esperanza de convertirse algún día en una estrella del rock.

«Ellos pensaron que iba a ser un día de rodaje y han sido dos años», rememora el cineasta. Obviamente, el plan se les fue de las manos. Lo que iba a ser un corto se convirtió en un largo y el proyecto ascendió a los 120.000 euros de presupuesto, todo de capital privado (principalmente de los empresarios Jesús Navarro y Gonzalo Castelló). «Es que yo me metí con la condición de hacerlo sin prisas», recuerda el otro Navarro, el director. Durante este tiempo, dice, las historias de los protagonistas «que no son actores profesionales» han discurrido por sendas a veces inesperadas: «Siguiendo la historia de Alejandro, el niño invidente, descubrimos a Anaís, su hermana pequeña. Son inseparables y decidimos que ella también formara parte de la película».

En los rodajes eran un máximo de cuatro personas, de unas catorce que habrán dejado sus huellas en la película, y solo dos de ellos son profesionales. Uno es Alfredo y el otro es Óscar Navarro, el compositor de una banda sonora nominada a los Hollywood Music in Media Awards. «Todo el equipo es de Novelda y no hemos ganado dinero ninguno», abunda el director en una muestra de que, pese a la nueva dimensión del filme tras la nominación al Goya, en esencia sigue siendo un proyecto modesto. O no tanto: todos los beneficios irán a parar a Cáritas y Cruz Roja, que ya se ha quedado con copias para proyectarla en sus cuatrocientas sedes. El objetivo, ahora que se tiene el reclamo de la estatuilla, es traspasar los límites locales en la distribución y llegar a todo el Estado.

«Hasta ahora nos hemos encargado nosotros mismos de negociar con las salas y allí donde se ha proyectado ha funcionado bien. Está yendo mucha gente a los pases en pueblos de alrededor como Pinoso; también nos la han pedido en Petrer o Aspe, y en Alicante, el fin de semana del estreno, fue la tercera película más vista», contabiliza Navarro. El éxito más rotundo, sin embargo, fue en casa. «6.000 personas vinieron al preestreno», recuerda el cineasta, empeñado ahora en difundir esta historia de su pueblo por todos los rincones posibles porque «es una película hecha en Novelda, por y para Novelda, pero con una historia universal». Que todo el mundo, apunta el director, sepa a qué saben sus sueños: «Aquí tenemos un río salado y dicen que donde se echa sal no crece la vida, pero vamos a demostrar que en este pueblo sí crecen los sueños».

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