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Investigación

El "Bosco" de Valencia gana por antigüedad

Una investigación sostiene que el tríptico del Museo de Bellas Artes atribuido al taller del genio holandés es anterior al cuadro gemelo de El Escorial, considerado original

El "Bosco" de Valencia gana por antigüedad

La tabla central del Tríptico de los Improperios del Museo de Bellas Artes de Valencia ha sido considerada históricamente una réplica de otro cuadro con el mismo motivo (la coronación de espinas de Jesús) conservada en el monasterio de El Escorial y tenida tradicionalmente como original de El Bosco (Jheronimus Bosch), genio de la pintura de cuya muerte se conmemoran ahora los 500 años.

El orden de los hechos, sin embargo, podría estar equivocado. Es lo que sostiene el historiador del arte valenciano Marc Borrás Espinosa en un estudio, que acaba de ver la luz en Archivo de Arte Valenciano, la publicación de la Academia de San Carlos.

No existen datos para asegurar que la obra valenciana sea original del Bosco (1450-1516), pero de las varias obras existentes sobre el mismo tema, la del Museo San Pío V «en cualquier caso sería la más antigua de cuantas conocemos». El análisis detallado de las distintas versiones lleva a Borrás a concluir que «parece quedar claro que la valenciana se encuentra más cercana a la originalidad o a un original perdido».

El Tríptico de los Improperios ha sido casi un desconocido para los especialistas hasta hace pocas décadas. No obstante, ha ganado en interés en los últimos tiempos.. Tras la restauración de 1998, el entonces director del Museo de Bellas Artes, Fernando Benito, lanzó la tesis de que el cuadro no es una copia tardía, sino que fue pintado en vida del holandés por sus discípulos y bajo su supervisión. Incluso no descartó la propia intervención del Bosco. La pinacoteca la cataloga así hoy en día como realizada en el taller del artista.

Borrás va un paso más allá al defender que la pieza es anterior a la de El Escorial, considerada la auténtica. Se basa en que la valenciana tiene la firma del Bosco —no es garantía de autoría, pero las otras no la tienen—, es mucho más rica en elementos iconográficos propios del creador de El jardín de las delicias y perteneció a Mencía de Mendoza, esposa del duque de Calabria, virreina de Valencia y buena conocedora del arte del Bosco por su matrimonio anterior con el conde Henri III de Nassau, lo que la llevó hasta los Países Bajos.

El dibujo subyacente es clave

El investigador, que realiza ahora su tesis doctoral sobre este tríptico en la Universidad de Barcelona, añade un factor más que no aparece en el artículo citado: la pieza valenciana muestra, según los análisis, un intenso trabajo de dibujo por debajo, diferente al resultado final, algo que es «muy habitual en el Bosco, pero que no pasa cuando se copia». Incluso puede señalar la presencia de distintas manos. En cambio, añade a Levante-EMV, los documentos indican que el cuadro de El Escorial no tiene variaciones en el dibujo subyacente.

Borrás desempolva asimismo los análisis de laboratorio realizados a principios de este siglo por Peter Klein, un experto en la materia que situó la obra valenciana en torno a la primera década del siglo XVI, mientras que la de El Escorial no sería anterior a 1533. No obstante, estos resultados no han sido avalados por Patrimonio Nacional al considerar que fueron desarrollados con premura. De ahí que la primacía del Bosco madrileño se mantiene.

El investigador valenciano, que considera que otra pieza existente, guardada en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid es copia «evidente» de la valenciana y no de la de El Escorial, incide además en aspectos iconógraficos y técnicos que darían ventaja a la obra del San Pío V. Habla de la textura matérica de las telas, del mayor contraste en claroscuro, de la presencia del fuego —«muy del gusto del Bosco»— y de demonios. Añade que Cristo no presenta signo alguno de tormento en la escurialense.

Tras toda la argumentación, la pregunta nace sola: ¿por qué el olvido de la pieza valenciana? Cuestión de periferia y de machismo. Una procedía de una virreina culta de Valencia y otra de la colección del emperador Felipe II, uno de los mayores recolectores de obra del Bosco.

Otro factor es que el cuadro valenciano pasó a la muerte de Mencía a la capilla de los Reyes del convento de Santo Domingo de Valencia (la Capitanía General ahora), donde permaneció oculto a especialistas de arte hasta la desamortización de Mendizábal. Así llegó al museo de Bellas Artes en 1838 (estaba en el convento del Carmen entonces). Parece que toca el momento de su reivindicación y puesta en valor.

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