Davide Livermore está habituado a pasiones y emociones fuertes. Como las vividas en las últimas horas. En su faceta, que no desea aparcar, de director de escena, la noche del jueves presentaba en la Ópera de Roma una nueva producción de El barbero de Sevilla, de Rossini, con motivo de los 200 años de su estreno. Una propuesta arriesgada que no fue bien recibida por una parte considerable del publico. Menos de doce horas después, el intendente del Palau de les Arts desde hace un año recibía en Madrid el reconocimiento a su trayectoria de la embajada de Italia en España arropado por altos cargos de la Conselleria de Cultura y compañeros del teatro valenciano.

La hoy popular ópera de Rossini supuso una revolución, pero ahora, dos siglos después, el público no ha sabido comprender la subversión del orden que representó en su día El barbero de Sevilla. Así que a Livermore le tocó vivir el jueves una «noche dura», admitió, ante las críticas de espectadores por su puesta en escena «arriesgada».

Prueba de la transgresión es que el regista turinés presenta al barbero como un ratón que con su navaja corta la cabeza de los dictadores que han existido en los últimos 200 años, entre ellos el propio Mussolini. El italiano no es el único, también Franco, Luis XVI, Stalin o Sadam Hussein, según las reseñas de la prensa italiana

«El público no quiere pensar, prefiere estar en el jacuzzi de las ideas, pero mi responsabilidad es que la gente aprenda a pensar», afirmó ayer Livermore tras el acto en la embajada.

«La sociedad corre el riesgo de olvidar la belleza. Italia se ha convertido casi en un museo del Alzheimer», señaló tras las críticas a su versión del título rossiniano.

Livermore confesó lo que ha manifestado con frecuencia en sus entrevistas en Valencia, en las que ha reiterado su distancia del régimen que impuso Berlusconi. Dijo que mantiene una «relación de amor profundo, casi desesperado» con su país, aunque también de «lucha», porque es un lugar donde a menudo no se respeta la meritocracia.

Ópera de raíz revolucionaria

Livermore, que relevó al frente de Les Arts a su descubridora, Helga Schmidt, cuando esta fue imputada de tres delitos tras ser detenida el 20 de enero de 2015, defendió ayer su voluntad de buscar la raíz revolucionaria de la ópera.

El intendente se mostró emocionado al recibir la distinción de la República Italiana (la Orden de la Estrella en su grado de oficial) destinada a aquellas personas que han contribuido a fomentar la relaciones culturales entre Italia y otros países, en este caso España.

El embajador de Italia en Madrid, Prieto Sebastiani, resaltó la visión innovadora de la ópera de Livermore y destacó su obsesión por convertir el arte en un elemento de reflexión. Para el intendente, dijo, asistir al teatro «debe convertirse en un compromiso social».

Pietro Sebastiani destacó además el papel del ahora intendente como director del centro de perfeccionamiento de cantantes Plácido Domingo hasta convertirlo en «una cantera de nuevas estrellas».