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Espacio

La Sala Sorolla pierde metros

El Museo de Bellas Artes reducirá en breve el espacio dedicado al pintor tras la devolución de casi una decena de cuadros

La Sala Sorolla pierde metros

Comienza el proceso de jibarización de la Sala Sorolla del Museo de Bellas Artes de Valencia. Menos de cinco años después de su inauguración por el anterior Gobierno de la Generalitat (octubre de 2011), el espacio dedicado a Joaquín Sorolla que ha llegado reunir medio centenar de obras suyas va a perder metros en breve, según ha confirmado la dirección de la pinacoteca a Levante-EMV.

Sucede que empieza a sobrar superficie, como consecuencia de la decisión de no renovar los comodatos con los coleccionistas privados que han prestado cuadros para la sala. Y sucede que el museo tiene urgencias de espacio: ha de reubicar provisionalmente el área de talleres didácticos debido a las obras de la quinta fase de reforma del edificio, ya en su etapa final.

Así que el director del San Pío V, José Ignacio Casar Pinazo, ha tenido clara la solución de la ecuación: reducir la Sala Sorolla y dedicar parte de ella a la zona de pedagogía.

Con todo, es una actuación provisional „adjetivo siempre peligroso en Valencia„, ya que la decisión final sobre el espacio de Sorolla dependerá del plan museológico a aplicar una vez finalice la ansiada reforma.

Existen tres posibilidades: eliminar la sala e incorporar parte de los cuadros del famoso creador en el discurso de la pintura valenciana de entresiglos; mantener la sala como tal pero reubicarla donde le corresponde cronológicamente (en el arte del tránsito del siglo XIX al XX), y dejarla tal como está, en su lugar actual.

No obstante, la determinación actual de quitarle metros al espacio para dedicarlos a otros fines marca ya un indicio de por donde pueden ir los planes.

No es una sorpresa tampoco. Casar Pinazo se ha mostrado crítico con la Sala Sorolla desde que accedió al cargo „también de forma provisional„ en septiembre pasado.

En su primera comparecencia pública anunció que los comodatos para la cesión de cuadros del pintor no iban a ser renovados, de modo que la sala tendría que ser «remodelada».

El momento ha llegado y la necesidad de reubicar los talleres didácticos ha venido a aportar el argumento necesario.

Después del anuncio del director, casi una decena de piezas han sido ya descolgadas de las paredes del espacio. Seis lo hicieron en los meses de noviembre y diciembre: la más importante, el Retrato de don Carlos Urcola con su hija Eulalia, que llegó en 2012 desde Nueva York. Otras dos lo han hecho en las últimas semanas.

Y en las próximas semanas vencen los acuerdos de cesión de otros dos cuadros del autor de Triste herencia. La pinacoteca destinó en diciembre más de 3.000 euros a la retirada de lienzos.

La Sala Sorolla fue la plasmación práctica de la filosofía de la Conselleria de Cultura y Turismo que Francisco Camps encomendó en 2011 a Lola Johnson.

El conocido y reconocido pintor debía tener un lugar propio y privilegiado en el museo, de manera que pudiera funcionar como polo de atracción de turismo cultural.

La sala, abierta en 2011 con cuarenta obras y ampliada un año después, ha sido cuestionada desde el principio. Su ubicación en la planta baja, cerca de la entrada, donde antes estaba la pintura barroca y junto a las tablas medievales, rompía el discurso cronológico. Y una parte de la obra expuesta, desempolvada de los fondos del museo, podía catalogarse de menor.

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