Sacrificios humanos con doncellas acuchillando a hombres y untándose con sangre, cadáveres calcinados que cuelgan del techo como «un macabro ramillete invertido mientras suena la marcha triunfal», danzas orgiásticas con bailarinas semidesnudas moviéndose obscenamente. De todo eso había en la Aida con dirección de escena de David McVicar, una coproducción del Covent Garden, el Palau de les Arts y la Ópera de Oslo, que se estrenó en Londres en abril de 2010, según las críticas del momento.

Cuando llegó en noviembre de aquel año al coliseo valenciano para abrir temporada „el mismo día que moría Luis García Berlanga, por el que se guardó un minuto de silencio„, los elementos escénicos especialmente crudos, sangrientos y violentos, quedaron invisibles. En concreto, los «jamones», como coloquialmente se refieren los operarios de Les Arts a los cadáveres que cuelgan durante la Marcha triunfal.

El teatro de ópera repone ahora por primera vez la producción de McVicar „no se ha alquilado a otros centros tampoco durante este tiempo„ y la recupera de forma íntegra. «Se verá completa», anunció ayer, durante la presentación del espectáculo, el actual intendente.

Davide Livermore no detalló los motivos de lo que no se ofreció en 2010. «Por muchas razones», dijo. Y argumentó que él no estaba en Les Arts. Ahora se podrá ver «la concepción» de McVicar, dijo el también director de escena.

Al final, el resultado de un montaje en un teatro de ópera es siempre responsabilidad de la dirección artística y esta recaía entonces en Helga Schmidt.

Las bailarinas semidesnudas, para evitar dudas, las hubo entonces y las habrá ahora. Igual que los sacrificios humanos: los hubo y los habrá. Lo que no hubo y habrá a partir del día 25 serán los cadáveres momoficados. Para ser precisos, sí los hubo, pero estaban tan elevados que no eran visibles para el público.

Lo que cambia también ahora es la batuta. Esta Aida es el debut oficial como principal director invitado del valenciano Ramón tebar. Entonces se repartieron las funciones Lorin Maazel y Omer Wellber. El elenco es totalmente diferente asimismo, con el estreno en la casa de Lucrecia García, que comparte el papel de Aida con María José Siri (sustituye a Oksana Dyka, por motivos de salud), y el regreso de voces conocidas, como las de Rafael Dávila (Radamés) y Marina Prudenskaya (Amneris).

«Divulgar, no hacer taquilla»

Livermore defendió ayer la puesta en escena de McVicar, porque recupera «la verdadera provocación» que Verdi quiso para Aida, explicó. El Egipto faraónico desaparece, sustituido por un mundo mítico que se alimenta de numerosas culturas antiguas. Lo que sobresale son las preocupaciones verdianas: la difícil relación entre padre e hija; el amor enfrentado al honor y la obligación; el poder de la Iglesia, y la guerra, consecuencia del empeño del imperio en aplastar a las naciones pequeñas.

Esta lectura, remarcaron el intendente y Tebar, conecta Aida con la actualidad, con los pueblos oprimidos, la avalancha de refugiados y el ansia de «pace», la palabra final de la ópera.

El montaje tiene todas las entradas vendidas „salvo el 5 % que marca la ley„ desde hace más de 15 días. Livermore se felicitó de ello, pero defendió la presencia en un teatro público no solo de superhits, porque su función es «la educación de la belleza del arte». «Hay que divulgar, no hacer taquilla», sentenció.