Aquella semana en España estrenaban Scorsese y Ang Lee, pero los Babel se quedaron con Woody Allen, quien a los largo de estos veinte años ha permanecido como uno de sus profetas. En 1996 unos cines nuevos se dieron a conocer en la calle Sancho Tello con Poderosa Afrodita; un retraso de última hora les hizo abrir en viernes 23-F, cuando estaba todo dispuesto para el jueves.

Ayer, veinte años después, un aperitivo sirvió de celebración para los acólitos de unas salas de fuertes raíces en el paisaje de la ciudad. «La fiesta grande será en mayo», advierte Antonio Such, fundador de este espacio. Entonces se atreverán incluso a desbordar el recinto, convocar a todos los «amigos» del sector y a los fieles espectadores, y también a los vecinos y a «algún director famoso»; todo para celebrar que siguen vivos con una fiesta y un vídeo que recogerá estos veinte años proyectado en la fachada frente a las salas, igual que en Cinema Paradiso. Eso y la guía de películas elaborada por Such (disponible en los propios cines) serán los hitos de este aniversario.

Por lo demás, estos cines seguirán hacia adelante sustentados sobre sus tres patas: el cine independiente, la versión original subtitulada y la renuncia a las palomitas „«aquí dentro solo se bebe agua», proclama Such„. Solo en el primer nivel se han permitido transgredir sus principios, incluyendo algún blockbuster como Star Wars o la última de Bond. «Es por los Erasmus», responde el exhibidor: «Venían muchos a pedirnos algunos de estos títulos y decidimos que podríamos incluir solo una [superproducción], en cada programación; son como un gran tebeo, pero también son buenas».

Así que con esta pequeña traición en honor a los estudiantes internacionales el cine ha sobrevivido a un entorno hostil, gracias también a las rebajas en los precios y un público base bastante fiel. Sus primos hermanos, los Albatros, claudicaron al invierno económico, aunque dice Such que lo que en realidad acabó con ellos fue el abandono de los jóvenes, no por la piratería, «sino porque internet ha cambiado el ocio». La oleada de Erasmus también ha rebajado la media de edad y ha funcionado de efecto llamada hacia otros estudiantes, apunta el exhibidor. Estos nuevos espectadores se han unido al público tradicional «cenita y cine», que dice Such.

En este tiempo también han puesto su granito de arena el pequeño pero asiduo círculo de autores que acuden a estrenar su película en la sala (Cesc Gay fue a los Babel antes que por el Goya) del que forma parte el mismo Azcona, que tras un coloquio se cenó una paella en la calle. Mientras, Such experimenta para atraer nuevo público, y este domingo inicia las mañanas de cine y taller, para público familiar. «Ya hicimos una prueba y a los niños les explicamos el modelo de nuestro cine, sin palomitas», cuenta el exhibidor. Porque eso y el cine en versión original seguirá siendo innegociable.