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El discreto encanto de la zarzuela

«Bohemios»

Audutorio del Conservatorio Superior de Música de Valencia (24 de febrero)

Int. Cristina Sánchez (Cossette), Vicent Romero (Roberto), David Fruci (Víctor), cantantes del Grado Superior de Canto; Coro y Orquesta del Taller de Ópera del CSMV; bailarinas del Conservatorio Profesional de Danza de Valencia. Dir. esc. Manuela Montañés y M. Ángel Sweeney. Dir. mus. Ramón Ramírez Vives.

Quién cree que como bendición, quién cree que como castigo, ningún cantante español o en español podrá pasar por alto la asignatura de la zarzuela. El Taller de Ópera del Conservatorio Superior de Música de Valencia y el Máster de Interpretación Operística, respectivamente coordinados por Ofelia Sala y Vicente Llimerá, la han abordado este curso. Se intuye que el interés por el proyecto y por ende el nivel artístico de su resultado final habrían sido mayores de, siguiendo la costumbre cada vez más arraigada y seguramente inspirada por El murciélago de Strau?, haber convertido el final de Bohemios, localizado en un salón de la Ópera Cómica de París, en un popurrí con números de ópera y zarzuela a cargo de los cantantes del reparto, sus suplentes o incluso invitados.

Así a palo seco, esta zarzuela posee un discreto encanto, y la intención detectada de ajustarse a éste en la austera puesta en escena constituyó un acierto. En este sentido, sólo la solución para la puerta de la habitación de Roberto pareció por debajo de los mínimos exigibles. El movimiento escénico fue también convencionalmente correcto, y los ballets se insertaron con efecto de ingenua sugerencia onírica. La sorpresa vino en forma de brutal contradicción cuando la proyección de filmaciones obtenidas en los frentes de la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil rusa nos devolvió de pronto a la verdad de la realidad de la vida.

En el doble cometido de actores y de cantantes, los tres protagonistas respondieron con sobriedad a la ligereza propia del género, y el resto del elenco se movió en parejo plano general de solvencia. En la orquesta se agradecieron por un lado la voluntad sólo a menudo cumplida de no tapar las voces y por otro la grata sensación de lejanía producida por algunos apianamientos.

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