A principios del próximo mes de abril pondrá rumbo a Japón, país en el que vivirá durante dos años, mientras investiga la figura de Unno Juza, el precursor de la ciencia ficción japonesa y su influencia en otros maestros de anime.

La valenciana Esther Andreu ha sido seleccionada por el ministerio de Educación, Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología de Japón para disfrutar de una beca en la Universidad Ritsumeikan de Kioto, en la que trabajará sobre el considerado como padre de la literatura en japonés sobre ciencia-ficción. Juza escribió más de 60 novelas que sirvieron como inspiración a los primeros creadores de dibujos animados japoneses, como Osamu Tezuka. «Fue importante en la época y en el nacimiento de la ciencia ficción allí, aunque hoy en día está un poco olvidado», explica esta valenciana de 26 años.

Licenciada en Filología Hispánica y con el Máster Científico en Traducción Creativa y Humanística en la Universitat de València, explica que su interés por Juza surgió gracias a Maki, «mi profesora de japonés e inestimable amiga». Cuando me empecé a plantear solicitar la beca tenía más o menos claras las coordenadas en las que quería que se moviera el proyecto, pero no sabía exactamente cómo enfocarlo. Lo hablé con Maki, le planteé las ideas que tenía y ella me sugirió algunos autores. Como me interesaba la ciencia ficción me habló de Unno Juza. Investigué un poco todas las sugerencias que me hizo y al empezar a leer sobre Unno Juza me pareció una figura muy interesante. Recuerdo que me decidí por él después de leer la inscripción del monumento que hay en su honor en Tokushima. Hablaba sobre la fascinación y el terror que siente el ser humano hacia la ciencia y nuestra obsesión por ella. Además, mi intención era que el proyecto sirviera para dar a conocer aspectos desconocidos de la literatura japonesa, así que el hecho de que fuera un autor no traducido era importante».

Pero su interés por la cultura nipona no es nuevo. «Antes de empezar la carrera estuve dos meses estudiando japonés en Okazaki, cerca de Nagoya, y el interés por Japón y su cultura es algo que ha estado ahí, más o menos, siempre», apunta.

No le asusta el choque cultural. «Sé que vivir allí durante dos años será muy diferente, pero no creo que sea un gran problema», explica. El idioma „que ya conoce„ tampoco parece una barrera para esta joven nacida en Sagunt, aunque residente en Gilet. «Hubiera sido difícil si no plantear una investigación sobre literatura japonesa», aclara.

Serán dos años en los que Andreu no duda en reconocer lo que más echará de menos: «Mi gato, mi familia y a mis amigos».