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Crítica musical

Mucho más que dos

Sociedad Filarmónica

palau de la música (valencia)

Int. Víctor & Luis del Valle, dúo de pianos. Obras de Witold Lutoslawski, W.A. Mozart, Maurice Ravel y George Gershwin.

Salieron, se enfrentaron al teclado y prendió la mecha de la abducción ante los socios de la SFV.

Los hermanos Del Valle no se anduvieron son nimiedades: arrancaron con las Variaciones (1941) del polaco Lutoslawski sobre el Capriccio nº 24 de Paganini, servidas con arrojo y bravura más tambien con nitidez y clara brújula musical. Desde ahí, la complicidad se instaló entre pianistas y público, éste pasmado ante lo que veían y escuchaban. Lutoslawski escribió un inteligente encaje de bolillos en un tour de force que somete a los intérpretes a toda suerte de desafíos donde con glissandi, arpegios, acordes paralelos o tremolos, tejieron una obra que explosionó en una admirable pirotecnia de notas sencillamente magistral convirtiéndolos en algo más que dos.

Los Del Valle, además de sus condiciones artísticas, «coleguean» mientras tocan. Se escuchan sin dejar de oír lo que el compositor ideó. A cuatro manos y un solo piano, la Sonata en Do mayor Kv 521 de Mozart resultó en un ir y venir sabiamente planificado, con la dosis pertinente de pedales, iluminando un texto con clase, con chispa pero con la delicada sobriedad del clasicismo.

Sin duda, la perla de la noche sería el monumento que Ravel escribió, como poema coreográfico, hace casi 100 años: La Valse, para gran orquesta. Él mismo hizo la versión „menudo era„ para dos pianos. No es fácil aunar sonoridades en dúos de un mismo instrumento. Los pianistas malagueños supieron sacar provecho de los dos magníficos Steinway gran cola, puestos a punto, con pulcritud, por Javier Clemente. Sonó esta Valse de veinte dedos y cuatro pies, con amplitud sin dejar de lado la sensualidad que respira esta obra maestra.

Volvieron a Lutoslawski con varias piezas cortas a cuatro manos antes de abordar la rotunda transcripción de Percy Grainger sobre el Porgy & Bess de Gershwin. Aquí volvieron a encandilar con giros, guiños y miradas, conchabados para rescatar la voluptuosa atmosfera de la ópera sureña. Levantaron al público con su Poulenc final. Volverán pronto.

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