En Valencia demostraste una inteligencia fuera de lo común a pesar de tu juventud.

Buscaba una tarde que me pudiera dar mucha moral y, gracias a Dios, la pude conseguir. Traté de destacar por todos los medios para marcar un antes y un después en esta temporada.

Le cortaste las dos orejas a un toro incierto. ¿En qué momento decidiste apostar por él?

Toda la corrida de Victoriano del Río fue de tirar la moneda al aire. El toro cuarto no venía metido en la muleta, pero observé que embestía con una transmisión increíble. Ése fue el instante en que entendí que tenía que arriesgar si quería alcanzar un triunfo grande. Además, el reconocimiento del público siempre es mayor si te implicas más con este tipo de animales.

¿Hiciste el esfuerzo porque estabas en Valencia?

Claro. Siempre soy consciente de dónde estoy porque me he mentalizado previamente. Es una virtud que tienen que poseer todos los toreros que, como yo, aspiran a ser figuras. Además, debes saber cuál es la responsabilidad del día y cómo manejar a cada tipo de público.

¿Qué es lo que más te motiva?

El éxito. Cuando estás concentrado llegas al punto de que por triunfar lo darías todo, incluso la vida.

¿Qué te hace dudar?

Mi futuro, porque estoy en el mundo del toro desde hace nada. ¿Quién sabe si seré capaz de torear cincuenta tardes seguidas al ciento por ciento? Eso todavía está por ver. Lo que sí os digo es que intento estar a tope siempre. Las figuras del toreo tienen la fortaleza mental para salir a reventar en las citas clave. Ése es también mi objetivo e intento aprender de ese tipo de entrega.

De momento no has sufrido, afortunadamente, ningún percance grave. ¿Cómo crees que reaccionarás?

Hasta que no lo viva en mis propias carnes, no termininaré de ser consciente de cómo puede ser eso. Me imagino cosas, las presupongo. Espero que el día que me ocurra algo fuerte, sea capaz de ponerme en el sitio tan exigente que estoy pisándole ahora a los toros. De momento no hay nada que me quite el sueño de ponerme ahí.

Una nueva generación de toreros llega pisando fuerte.

Las figuras se han dado cuenta de que hay que dar una oportunidad a los más jóvenes y el que sea capaz de estar en su grupo, que se quede. Esta temporada se verá si alguno de nosotros consigue ponerse a su nivel. Yo, por mi parte, lo voy a intentar.

¿Podríamos decir que, de momento, estás en la buena senda?

Intento ir tarde a tarde. Si no, te hundes tú solito.

La competencia con las figuras es más que evidente desde el tendido. ¿Tú también lo sientes así?

Creo que cada torero va a lo suyo y tiene su tarde. En lo primero que pienso es en triunfar, en pegar unos buenos veinte muletazos, en jugarme la vida y en poner a la gente contenta. A veces, no pienso ni con quién estoy. Solo pienso en mí y en el toro que tengo delante.

Esta tarde toreas mano a mano con ‘El Juli’ en la plaza de toros de Arles. También rayó a gran altura en las pasadas Fallas.

Pude ver la corrida en vivo y en directo. Estuvo muy importante, se sobrepuso a la tarde. En el tercero destacó por su entrega absoluta. De él intento aprender la rotundidad con que plantea sus faenas. Dos factores que son básicos si quieres ser alguien en el toreo.

¿Qué otros diestros son tu principal referencia?

Joselito, ‘El Gallo’ Luis Miguel Domiguín y Manuel Benítez, ‘El Cordobés’. Lo que más me impresiona de ellos es lo que han causado en la afición en cada momento. Al fin y al cabo, en el planeta de los toros, se vive de la gente. Luchas y te esfuerzas para que el personal salga toreando de la plaza.

¿Qué está significando José Antonio Campuzano en tu carrera?

Hay un dicho que me encanta: «No hay hombre sin hombre». Cuando estás comenzando tienes que encontrar a la persona clave, que también haya pasado por lo que tú estás experimentando, y que ya le ha sucedido lo que a tí quizás te vaya a ocurrir. Que te dé los detalles, que te adelante cómo pueden ser algunas cosas que no consideras tan importantes en un principio, pero que pueden acabar siendo esenciales para tú carrera.

¿Cómo se define como torero?

Es el aficionado el que tiene que definirme. Todo los toreros tenemos valor, sino no nos pondríamos delante del toro. Todos tenemos arte porque, en definitiva, el buen toreo concilia a las personas con la vida. Todos tenemos poder para dominar su embestida y moldearla a nuestro gusto. Lo que marca la diferencia es saber conjugar estos tres elementos. Quien mejor consigue equilibrarlos, ése es una figura del toreo.