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Entrevista

José Martí Gómez: "He tenido muy buenos confidentes y nunca los he traicionado"

«La deriva final de Pujol fue una sorpresa dolorosa, porque estuvo mucho tiempo engañando a todos»

José Martí Gómez: "He tenido muy buenos confidentes y nunca los he traicionado"

Conversar con José Martí Gómez (Morella, 1937) debería ser obligatorio para cualquier periodista y aspirantes. Estuvo en la Fira del Llibre con El oficio más hermoso del mundo (Ed. Clave intelectual), un recorrido por cinco décadas de la historia de España en primera persona, que también debería leer el entorno del periodismo.

¿Cómo se enamora del oficio más hermoso del mundo?

Siempre he sido, desde la adolescencia, muy lector de libros, y puede que la lectura me tirara hacia el periodismo.

¿Unas memorias que respetan el «off de record»?

Los respeto, incluso de gente que está muerta.

Dicen que si un periodista vale más por lo que calla, que por lo que sabe, hace mal su trabajo.

Si hablas con una persona que te explica algo confidencialmente, se debe respetar. Entre otras cosas, porque si no las confidencias se acaban.

¿Ha tenido buenos confidentes?

Muy buenos y nunca los he traicionado.

Tengo cuatro informadores habituales: un sacerdote de pueblo, un policía con rango, un cocinero argentino y un político en la oposición. ¿Qué me falta para repóquer?

Es un mundo muy complejo, porque muchas veces los confidentes te llegan de forma casual?

? No son circunstanciales.

El póquer que tiene es bastante completo.

Los estudiantes de periodismo ya no se llevan periódicos bajo el brazo.

Es un desastre. Fui a dar una charla a la universidad de Bellaterra y pregunté al quiosquero de la estación: «¿los estudiantes deben comprar muchos diarios?» «No vendo ni uno», respondió. Me dijo que los estudiantes compran chuches.

¿El futuro de los periódicos?

Quedarán periódicos de papel, sobre todo locales. Periódicos nacionales solo quedarán los de mucha calidad.

Un panorama imprevisible hace tan sólo una década.

Los diarios que mezclan la frivolidad en sus páginas no tienen futuro. El futuro son los que vayan a por un público de alto consumo y mucho rigor.

¿Esta coyuntura da para recuperar géneros como la crónica, el reportaje largo o las entrevistas sin pactar?

Es el futuro. Lo otro ya está desbordado. Un cosa de hoy, la cuentan los digitales y la radio. El diario mañana debe explicar algo diferente. Con una entrada que diga: «ayer pasó esto» y a partir de ahí, una entrevista con alguien que haya vivido el tema.

Para eso hay que estar en la calle.

Se ha perdido la calle. Hace un par de años me pidieron hacer una conferencia sobre la marginalidad, y fui a ver un policía de la vieja época, que estaba en la Delegación del Gobierno y me dijo: «Solo puedo ofrecerte papeles, historias no, porque no me muevo. Ya no gasto suelas de zapatos». Y remató con: «Los periodistas tampoco las gastáis». Y es verdad.

A veces me entran ganas de organizar alguna excursión por los bajos fondos con los compañeros nuevos, pero me dirán que eso está fuera de horario.

Hay una generación mejor preparada que cuando yo empecé. En el «A vivir que son dos días», donde estoy, hay un equipo de chicas entre 30 y 40 años, y siempre les digo que están más preparadas que yo, pero les faltan años de experiencia.

¿Qué ha fallado?

Las empresas han puesto mandos intermedios muy grises y muy dóciles. En mi última etapa en La Vanguardia, a los jefes les gustaba salir a la redacción y ver como todos estaban allí. Yo en cambio decía: «no quiero ver nadie aquí», porque era la sección de local.

¿Cuando lee periódicos, qué le incomoda más?

El exceso de política. De mala política, declaraciones, contradeclaraciones. Dejemos eso, la sociedad está viviendo otro momento. Se tienen que contar los problemas de la gente, y no solo los de tristeza.

Supongo que habrá visto «Spotlight» la ganadora del último Óscar?

? No, no la he visto

Cuenta el trabajo de investigación de unos periodistas para destapar los casos de pederastia en la Diócesis de Boston.

El periodismo de investigación no existe y lo sé por experiencia. He levantado buenos reportajes, pero no puedo decir que sean de investigación. Son el confidente y la filtración.

¿Ha tenido más amigos o enemigos en la profesión?

Amigos. Siempre me ha gustado trabajar en equipo, que generan relaciones bastante solidas y permite tener una visión más diversa.

¿Un periodista ha de ser buena persona o canalla?

Hay mucho periodista canalla, vividor, corrupto, y dóciles. Pero el buen periodista debe ser buena persona. El día de Sant Jordi en Morella hacen un concurso de microrelatos. Soy el presidente del jurado y tenía que decir unas palabras. Por casualidad me llegó un libro buenísimo que la editorial Periférica ha editado por su décimo aniversario «Carta sobre el poder de la escritura», que la filosofa Claude-Edmonde Magny escribió a Jorge Semprún durante la Segunda Guerra Mundial y dice: «para ser buen escritor, sobre todo se ha de ser buena persona». Cuando escribí el libro, Josep Fontana me escribió diciendo que le gustaba mucho, porque refleja que era una buena persona.

Conoció a Pujol, ¿fue una sorpresa todo lo que salió?

Fue una sorpresa el nivel de corrupción personal. La corrupción en la Generalitat se sabía. Siempre he tenido una buena relación, desde la distancia, con Pujol. La deriva final fue una sorpresa dolorosa. Le explico una anécdota que no está en el libro. Un día me llamaron para ir a la Generalitat a las diez de la noche. Me quería ver Pujol para hablar del GAL. Estuvimos hablando, y cuando acabamos me dijo una frase. «Los militantes históricos de Convergència me dicen, Jordi si no recuperamos el tejido ético del país, este país se irá a la mierda». Eso dijo, por tanto estaba engañando a todos.

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