Mercurio, la Tierra y el Sol se alinearon completamente ayer en un fenómeno excepcional. Durante un periodo de siete horas y media „entre las 13.12 horas y las 20.42 horas, aproximadamente„, el disco oscuro de Mercurio a contraluz recorrió el cegador disco del Sol. Este fenómeno poco frecuente se da unas trece veces por siglo y las próximas ocasiones serán en 2019 y 2032, según recoge la agencia científica Sinc.

Durante un tránsito se pueden destacar tres periodos. El primero, el ingreso, desde cuando el disco del planeta toca exteriormente el disco luminoso del Sol hasta que termina de entrar en el disco solar. El segundo, justo en medio, donde la distancia entre el planeta y el Sol es mínima. Y el tercero, la salida, es el periodo comprendido entre el contacto interior del borde del planeta con el borde del disco del Sol hasta su desaparición del mismo. Los momentos precisos de cada uno de estos eventos dependen de la posición del observador sobre la Tierra, pudiendo variar en un par de minutos como máximo. Aunque Mercurio pasa entre la Tierra y el Sol al menos tres veces al año, debido a la inclinación de su órbita, es extraño que se produzca la alineación exacta, por lo que los tránsitos solo pueden ocurrir en mayo o noviembre. En esta ocasión, su diminuto disco, 150 veces más pequeño que el Sol, tardó más de siete horas en recorrer la gigantesca esfera del «astro rey».

En Valencia, 300 escolares participaron ayer en la Ciudad de las Artes y las Ciencias en la observación del fenómeno. La actividad, organizada por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), el Consorcio Espacial Valenciano y la Asociación Valenciana de Astronomía (AVA) pretendía poner de manifiesto la importancia de los tránsitos a través de la historia y cómo hoy en día son una de las herramientas que se usan para descubrir planetas que orbitan alrededor de las estrellas. Aunque el mal tiempo impidió la observación con telescopios desde el Umbracle, una pantalla en el Museu de les Ciències permitió seguir el fenómeno a través de las imágenes captadas por la Agencia Espacial Europea.