Una película «incómoda» le valió en 2014 levantar el «cabezón» más codiciado del cine español. El cineasta Fernando Franco (Sevilla, 1976), director de La herida participó ayer en Valencia en el Festival 10 Sentidos, para acudir a la proyección en La Filmoteca de su premiada cinta y primer largometraje.
El también montador de cintas como Blancanieves (Pablo Berger, 2012) o Alacrán enamorado (Santiago Zannou, 2013), explica a Levante-EMV cómo eligió el trastorno límite de la personalidad para dibujar a Ana la protagonista de su película y que encara Marian Álvarez, que también ganó el Goya a mejor actriz por su papel. «A raíz de una investigación sobre otro tema, encontré información sobre este trastorno, que en aquel momento desconocía. Me interesé por él y fui documentándome pensando en hacer una película. Siempre me ha interesado la capacidad del cine para trasladar al imaginario colectivo temas o elementos que hasta entonces habitan en lo subterráneo», señala.
Tal fue la labor de investigación que la cinta se acerca a lo documental: «En su origen el proyecto era justamente el de hacer una película documental, pero acabé abandonando la idea y trasladando a la ficción toda la documentación que había acumulado. Sin embargo, no quería perder ese espíritu de seguimiento de personaje, cámara al hombro,... y todo eso acabó filtrándose a la puesta en escena independientemente de que fuese una dramatización», sostiene.
Una dramatización que fue diversamente aceptada, como él explica. «Ha habido de todo, tanto gente que no se siente reconocida como otra que se ve tremendamente identificada. Diría que predomina más lo segundo y que la película ha pasado bastante bien en diferentes festivales de trastorno mental e incluso se usa en seminarios de psiquiatría y psicología. Nunca la hicimos con esa intención ya que lo que queríamos era retratar a un personaje concreto y no hacer una tesis sobre el tema pero, por supuesto, nos llenamos de alegría cada vez que alguien nos agradece o reconoce nuestro trabajo en ese sentido».
El personaje de Ana consigue —según Franco— un «plus de atracción que lo captan los personajes complejos, con aristas, con volumen; personajes que no son unívocos, que encierran contradicciones y que no están construidos con tiralíneas sólo para agradar al espectador», sostiene el cineasta.
La herida fue su primer largometraje como director con el que llegó, vio y venció. Se llevó el Goya a mejor director revelación en 2014. «Los premios ayudan mucho a visibilizar el trabajo y a que tenga más alcance, pero no creo que haya que ponérselos como meta. Creo en el trabajo serio y riguroso y, para mí, esa debe ser la base de todo», dice con humildad. Aprovecha también para reflexionar sobre el estado de salud del cine español. «Creo que el IVA que soporta una entrada de cine es una aberración y que, obviamente, el precio disuade a muchos espectadores. Hay otros factores y mucho que trabajar también en materia de educación audiovisual y cinematográfica».
El reconocimiento de la taquilla
Sobre el hecho de que la saga Ocho apellidos... o Torrente sean de las más taquilleras de España asegura que «me parece perfecto aunque no sea el tipo de cine que me mueve. Una industria fuerte necesita de películas con ese músculo. Pero hablamos de una industria cultural que necesita de las otras producciones, más pequeñas y, por tanto, más débiles, a las que hay que apoyar». En esta línea añade que «no creo que sean películas que aspiren tanto a premios como al éxito comercial. En cierto modo, ese reconocimiento masivo de las cifras de taquilla son otra forma de premio».
Mientras tanto, Franco no para y ya anda entre nuevos proyectos y adelanta que entre septiembre y octubre iniciará el rodaje de su segundo largometraje como director. Rodará en Euskadi y Andalucía y estará protagonizado por Marian Álvarez y Andrés Gertrudix.
